39 | lo que está por venir

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Mason salió de prisión. El olor de Birmingham llenó sus fosas nasales, una marcada diferencia con el olor de las celdas en las que se había quedado. Sus ojos se posaron en el pequeño grupo de mujers reunidas en la puerta. Entre ellas estaba Tessa, retorciéndose las manos ansiosamente mientras intentaba ver a través del patio. Cuando sus ojos se posaron en Mason, su sonrisa se ensanchó. Las puertas detrás de las cuales estaba parada se abrieron, y Tessa se encontró corriendo.

Mason no había visto a su hermana en seis meses, razón por la cual comenzó a correr hacia ella. La única familia que le quedaba había estado esperando que saliera de prisión, de una forma u otra, y verlo salir caminando y no en una bolsa para cadáveres hizo que Tessa se estremeciera.

Cuando la distancia se cerró, hermano y hermana finalmente se abrazaron. Después de la dureza de su última conversación, Tessa se lanzó a los brazos de Mason, envolvió sus brazos alrededor de su cuello y sus piernas alrededor de su cintura. Mason la hizo girar y por primera vez Tessa rió genuinamente.

—Es tan bueno verte —dijo Tessa—. Pensé que ibas a morir.

—Créeme, yo también lo pensé —dijo Mason riendo, aún abrazando a su hermana—. Me alegra que estes aquí, Tess.

—¿Y perder la oportunidad de ver a un hombre muerto caminando? —bromeó Tessa, soltando a su hermano y dándole un puñetazo en el hombro—. Me alegra que no estés muerto, hermano mayor.

—Dime, ¿Tom y tú todavía están...? —preguntó Mason con curiosidad.

—¿Juntos? —terminó Tessa, sonriendo amargamente—. Sí.

Tessa escuchó un grito de alegría y se giró para ver a John, Esme, Arthur y Linda reunirse. Los hermanos abrazaron a sus esposas, y Michael los siguió con cansancio. Sin nadie que lo saludara y ninguna madre que lo abrazara, Tessa caminó hacia él y lo abrazó.

Michael permaneció rígido, sin reciprocar el gesto de afecto que Tessa le otorgó. Había algo en sus ojos que se había quebrado, como si los penetrantes iris azules hubieran sido rotos y destrozados por sus experiencias. Quien estaba ahora ante Tessa no era Michael Gray; era un chico que había visto demasiados horrores para enfrentar, y todo en su cabeza, sus peores temores, se habían hecho realidad durante su tiempo en prisión.

—Michael —susurró Tessa—. ¿Qué te han hecho?

El chico no le respondió, en cambio, apartó la mano de Tessa y se alejó.





Parecía que algo se había roto en la familia Shelby.

Comenzó lentamente, casi invisible, pero Tommy Shelby había alejado a cada miembro de su familia. A Tessa le aterrorizaba que toda su familia se hubiera disuelto, y por eso ella y Tommy estaban en una parte crucial de su relación.

Toda la situación comenzó cuando Tessa descubrió que a Tommy se le había otorgado un OBE unos días después de que los chicos y Polly salieran de la prisión. Había entrado en la oficina con la carta en la mano y una ceja levantada.

—¿Ibas a decirme que te dieron un OBE? —preguntó Tessa, colocando la carta frente a su esposo.

Tommy la miró, sus gafas reflejaban la luz. Desde que se fracturó el cráneo, su visión se había visto afectada, y, como resultado, se vio obligado a usar anteojos.

—Lo olvidé —respondió Tommy, engociéndose de hombros.

Tessa se cruzó de brazos—. ¿Cómo diablos conseguiste un OBE? No te ofendas, Tom, pero no eres exactamente el mejor ejemplo de un buen hombre.

—Lo siento, ¿no soy un buen hombre? —preguntó Tommy.

—Las personas que asesinan, cortan y explotan personas no reciben un OBE —dijo Tessa.

—Lo recibí después de que se enviaron los formularios de liberación —respondió Tommy e instantáneamente el humor de Tessa cambió.

—¿Los formularios de liberación? —repitió Tessa—. ¿Quieres decir que, utilizaste el hecho de que encarcelaste a tu familia para obtener un OBE?

—¿Qué se supone que debo decir? —preguntó Tommy—. Me disculpé por hacer que arresten a Mason y a los demás. Todos están bien.

Tessa, que había estado de mal humor por un tiempo, no podía creer lo que estaba escuchando—. ¿Ni siquiera te importa?

—¿Qué cosa?

—¡Toda tu maldita familia! —gritó Tessa—. Los encerraste a todos y ahora hay posibilidaddes de que no los volvamos a ver nunca más. ¿Eso no te molesta? Porque te aseguro que a mi sí.

—Tess, por favor. Supéralo —dijo Tommy—. Se terminó.

Tessa susprió—. Me iré a ver a Ada.

—No puedes irte —dijo Tommy.

Su esposa simplemente cerró la puerta, dejando a su esposo solo.





Ada estaba en el sofá con una taza de té en sus manos.

—Ya no estamos en la misma página —dijo Tessa—. Odio que estemos en este lío, pero no se me ocurre nada para solucionarlo. Es como si ya no sintiera nada.

—Es Tommy —dijo Ada—. No sentiría nada incluso si lo atropellaras y luego le torcieras el brazo. Piensa con la cabeza y no con el corazón.

Tessa se desplomó en el sofá junto a Ada—. ¿Cuándo vuelves a Nueva York?

—En dos días, ¿por qué?

—¿Puedo ir? —preguntó Tessa.

Ada se echó a reír—. No, idiota. Tommy vendría y te llevaría de vuelta.

—No si no se entera —respondió Tessa.

Ada puso los ojos en blanco—. Sabes, puede que no hayas nacido siendo una Shelby, pero tienes todas las cualidades para serlo. Y todas las malas.

Pero ser una Shelby no era exactamente fácil, y aunque Tessa pensó que lo peor había pasado, aún quedaba mucho por venir.

































A/N:
un OBE es un título otorgado a un miembro ejemplar de la sociedad británica.

VIOLENT ENDS | Thomas Shelby ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora