43 | el asesino en la cocina

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Tommy permaneció en su escritorio durante horas después de la visita improvisada de Ada, garabateando en su papeleo mientras Tessa dormía en el sofá frente a él. No estaba cómoda yendo a su habitación sola, por lo que había leído su libro hasta que se quedó dormida.

De vez en cuando Tommy la miraba y recordaba el hecho de que todo lo que estaba haciendo era por su familia, y que incluso si llegaban a odiarlo más que nunca, no le importaría mientras estuvieran a salvo. Además, le gustaba mirar a Tessa porque ella era el amor de su vida.

Alguien llamó a la puerta y Tommy apenas levantó la vista antes de decir—: Entra.

Frances entró, notando la figura dormida de Tessa—. Lamento molestarlo de nuevo, señor, pero el chef insiste en saber a qué hora llegarán los invitados.

—Frances, por última vez, es Johnny Dogs. Son gitanos —dijo Tommy, colocando sus lentes en el escritorio y juntando sus manos frente a él—, están acampando junto al río. Cuando estén listos, vendrán. ¿Bien?

—Dice que se trata de preparación, señor —dijo Frances.

—¿Qué?

—Preguntó específicamente, ¿llegarán antes o después del discurso del rey? —dijo Frances.

Hubo una pausa durante la que comenzaron a surgir pensamientos en la cabeza de Tommy—. ¿Dijiste que el chef era nuevo? ¿Cuándo se unió a nosotros?

—En octubre —respondió Frances.

—En octubre —repitió Tommy, recostándose en su silla mientras Tessa se movía detrás de Frances—. ¿Y es extranjero?

—Es italiano, señor —respondió Frances, y Tommy supo de inmediato que algo estaba mal—. Es el mejor chef que hemos tenido en la casa. Nada de gritos, y no maldice.

—¿Tenemos sus referencias? —preguntó Tommy.

—Sí —dijo Frances—. El único problema ha sido su asistente.

—¿Qué asistente? —preguntó Tommy.

—Trajo un asistente con él —explicó Frances.

—¿Siguen trabajando, Frances? —preguntó Tommy.

Frances asintió—. Estarán allí hasta la medianoche, señor.

—Bien, gracias —dijo Tommy—. Puedes irte a la cama.

Frances sonrió—. Feliz Navidad, señor. Y pensé en su oferta. Estaré encantada de estar en su mesa.

—Bien, gracias.

Frances se fue y Tommy se dedicó a buscar las referencias el chef, examinando los documentos con atención. Mientras más miraba a su nuevo empleado, más se daba cuenta de que lo habían engañado.

Ese hombre había sido contratado por los Changretta para infiltrarse en su casa, y lo había hecho sin restricción, porque Tommy había estado demasiado ocupado con su propio negocio como para preocuparse por sus empleados.

Pero ahora sentía todo tipo de emociones a la vez; ira por haber dejado que se le escapara, alivio de que no le haya pasado nada a Tessa o Bella, y miedo.

A Tommy no le preocupaba lo que le pasara a él, pero el hecho de que ese hombre hubiera estado bajo el mismo techo que su esposa e hija le provocó escalofríos mientras pensaba en lo que podría haber sucedido.

Podría haberlas matado en cualquier momento, entonces ¿por qué esperar? ¿Qué era lo importante de la Navidad? ¿Era solo una estrategia para agregar un efecto dramático?

Tommy no lo sabía, pero estaría condenado si no intentara conseguir respuestas. Comenzando con el asesino en su cocina.

Se acercó a su esposa y la sacudió suavemente, despertándola de su sueño—. Tess, despierta.

—Espero que sea por algo bueno —murmuró Tessa, frotándose los ojos.

—Necesito que estés despierta y alerta, por si acaso —dijo Tommy.

Sin otra palabra, Tommy se alejó de Tessa—. ¿Qué? ¿Adónde vas?

Tommy no respondió, y en su cabeza se decía a sí mismo que probablemente era mejor quedarse callado. Es decir, hasta que Tessa comenzó a seguirlo.

—Tom, ¿puedes detenerte por un segundo y decirme qué está pasando? —preguntó Tessa, agarrando su brazo.

—Hay un asesino —susurró Tommy, girando y empujando a Tessa suavemente contra la pared—. Hay un maldito asesino en esta casa y ni siquiera nos hemos dado cuenta.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Tessa—. ¿Cómo no nos dimos cuenta?

—Él es bueno —murmuró Tommy—. Es muy bueno.

Dejando ir a su esposa, Tommy bajó las escaleras hacia la cocina y abrió las puertas. Tessa lo siguió confundida, observando a Tommy pasar junto a uno de los cocineros y poner una mano sobre su hombro.

—¿Cómo te llamas? —preguntó Tommy.

—Max, Sr. Shelby —respondió el cocinero.

—Max —repitió Tommy. Volviéndose hacia el otro hombre, que no se había levantado para saludar a su jefe, Tommy le hizo un gesto—. Está bien, no te levantes.

—Oh, lo siento —dijo el hombre con un claro acento italiano.

Tessa estaba detrás de Tommy, quien se enfrentó al hombre—. Eres nuevo. Soy el Sr. Shelby.

—Hola, señor —respondió el hombre.

—No tuve tiempo de presentarme —dijo Tommy—. O a mi esposa.

—Soy Antonio —dijo el hombre.

—¿Qué has hecho? —preguntó Tommy con una sonrisa en su rostro.

—¿Disculpe? —preguntó Antonio.

—Un asistente de chef que pela papas —dijo Tommy.

—Es una emergencia —respondió Antonio—. Nos avisaron tarde.

—Oh, les avisaron tarde —repitió Tommy—. Bien, continúa.

Tommy se alejó lentamente antes de darse la vuelta y buscar algo en su bolsillo. Las cejas de Tessa se fruncieron—. Tommy...

—Antonio —dijo Tommy, ignorando a Tessa—. Aquí tienes diez libras. Por el aviso tardío.

Tomó a Tessa del brazo y la llevó a la habitación contigua. Caminando junto a él, Tessa mantuvo sus ojos en Tommy—. Tommy, es mejor que tengas una buena razón para hacer esto.

—Tess, cállate —susurró Tommy—. Por favor. Necesito resolver esto.

—¿Por qué estoy aquí? —preguntó Tessa.

—Nadie te pidió que me siguieras —dijo Tommy.

—Deja de ser tan imbécil —dijo Tessa—. Tú eres el que no me dice nada.

—Te lo acabo de decir: hay un asesino en la casa. Estuvo aquí desde octubre —respondió Tommy—. Vuelve arriba.

—No te dejaré solo.

Tommy suspiró—. Bien, entonces ven conmigo.

VIOLENT ENDS | Thomas Shelby ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora