36 | agridulce

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Tommy se sentó en su escritorio con una cantidad significativa de dinero frente a él como si se estuviera preparado para la tormenta torrencial de insultos y odio que estaba a punto de recibir.

Tessa no tenía idea del verdadero motivo detrás de la reunión; una estrategia para tener a toda su familia en un solo edificio. La reunión se vería invadida por policías, quienes arrestarían a cada miembro de la familia Shelby por sus diversos crímenes.

Tessa estaba exenta de los arrestos, al igual que Tommy y Ada. A pesar de haber cometido más crímenes que su familia combinada, Tommy había llegado a un acuerdo para mantenerse fuera de la prisión el tiempo suficiente para salvar a su familia. Tessa y Ada no habían hecho nada malo, más que golpear a alguien, razón por la cual Tommy no iba a dejar que la madre de su hija fuera encarcelada.

Finn también estaba libre de todos los cargos; no había hecho nada más que ser un espectador de la operación. Eso dejó a Polly, Arthur, John, Mason y Michael, quienes serían arrestados por sus múltiples crímenes.

—¿Nada de joyas? —bromeó Tessa.

Los ojos de Tommy se oscurecieron—. No sabía que esa joya estaba maldita, así que no empieces.

—Lo sé —dijo Tessa—. Y no necesito un collar elegante o aretes de diamantes para saber cuánto me amas.

—Te amo —admitió Tommy, colocando la mano sobre el brazo de su esposa—. Y todo lo que hago es por el bien de esta familia. Lo sabes, ¿no?

—Sí —dijo Tessa—. Pero es no significa que siempre esté de acuerdo con ello.

—Bien —respondió Tommy—. No necesito que lo estés si te mantiene a salvo.

Tessa tomó asiento mientras la puerta se abría, dejando entrar a la familia Shelby en fila; Chalie, Curly, Michael, Pol, Finn, Linda... toda la familia se sentó ante Tommy Shelby.

—Antes de comenzar —dijo Tommy—, quiero hacerles saber que cometí un error. Cometí un error y quiero disculparme con ustedes.

Primero vino su hermano mayor.

—Arthur, me advertiste que no me involucrara en negocios rusos. Y tenías razón. Dudé de tu esposa, y lamento eso —empujando un montón de dinero hacia ellos, Tommy se negó a mirarlos a los ojos—. Linda, agregé tres mil con la esperanza de que me perdones.

Linda se levantó para tomar el dinero—. Disculpa aceptada.

—Esme, también dudé de ti —continuó Tommy.

—Ahora John tiene vidas inocentes en su consciencia —dijo Esme con amargura—. Obreros...

—Sí, está bien Esme, lo entendimos —la interrumpió John.

—No, ella tiene razón —dijo Tommy—. Y tú, Arthur y Mason tendrán que compartir esa carga —arrojando dos montones de dinero, Tommy se encogió de hombros—. Pero espero que la casa que puedas comprar con esto se convierta en un lugar de contemplación. Y Mason, espero que cualquier cosa en la que gastes esto pueda proporcionar alguna forma de redención.

John y Mason se miraron antes de levantarse al unísono para recoger el dinero.

—Charlie, por las herramientas perdidas, los bienes peligrosos y las sabias palabras de Curly —Tommy arrojó un montón de dinero a su tío—. Johnny, por alojamiento y comida —otro rollo de efectivo fue arrojado hacia su amigo. Luego se dirigió a su primo—. Michael, por los asesinatos. Cinco mil por los cortes y cinco mil por los disparos.

—No, Tommy —dijo Polly, poniéndose de pie.

—¿Qué? —exclamó Tommy, y el grito repentino hizo que Tessa saltara—. Dime, ¿eh? Esto es quien soy —agitó el dinero en la cara de Polly—, y esto es todo lo que puedo darles por lo que me han dado. Por sus corazones y sus almas. Ayer casi pierdo a mi hija —dejó caer el dinero y señaló a su tía—. Deberías entender eso. ¿Y todo por qué? ¿Por esto? ¿Para esto? Y sé que todos quieren que les diga que voy a cambiar. Que este maldito negocio cambiará. Pero aprendí algo en los últimos días. Esos bastardos son peores que nosotros. Políticos, jueces... son peores que nosotros y nunca nos admitirán en sus palacios, sin importar cuán legítimos seamos. Por quiénes somos. Maldición, por quiénes somos y por el lugar del cual venimos.

Toda la habitación estaba en silencio.

—¿No es cierto, Ada? —continuó Tommy, dando la vuelta hacia su hermana—. Nuestra Ada lo sabe. Se hizo inteligente con la revolución, y sabe que tienes que conseguir lo que quieres a tu manera —hizo una pausa y volteó hacia sus hermanos—. ¿Verdad, Arthur? Sí, así es como funciona, ¿verdad, John? ¿Mason?.

Michael se levantó, recogiendo el dinero antes de murmurar—: Eso es correcto.

—Así es, Polly —dijo Tommy, enderezándose—. Eso es correcto.

Polly negó—. Tommy, lo has pasado mal. Lo entendemos. Entonces, en algún momento alternativo —tomó el dinero de su hijo—, cuando todos nos hayamos recuperado, me gustaría presentarle a la familia una visión diferente para el futuro de la compañía. Una vista más esperanzadora.

El bebé de Esme comenzó a llorar cuando Ada habló—. La cual me gustaría escuchar.

—Al igual que a mí —dijo Tessa.

Un silencio incómodo cayó sobre la familia Shelby hasta que Linda habló—. Vamos, Arthur. El tren para el muelle sale en una hora.

Tessa miró al Shelby mayor, el pánico apoderándose de ella—. ¿En serio te vas a ir?

—Sí —respondió Linda por él—. Luego tomaremos el barco hacia Nueva York y todo quedará en el pasado.

Todos se pusieron de pie para despedirse de Arthur, y Tessa fue la primera en abrazarlo, con lágrimas en los ojos—. No nos olvides.

—Nunca lo haría —le prometió Arthur.

El tierno momento compartido entre John y Arthur fue uno que se emprendió en silencio. Ninguno de los dos se miró mientras golpeaban el hombro del otro. Entonces Mason y Arthur se abrazaron, y Tessa supo que separarlos era como separar a gemelos; crecieron juntos y nunca habían estado a más de diez kilómetros el uno del otro, y ahora Arthur iba a viajar a otro continente.

Acercándose lentamente a su hermano, Arthur susurró—: Me iré Tom —Tommy lo ignoró, le dio una calada al cigarrillo y apagó el humo. Arthur pareció molesto por ello, pero continuó de todos modos—. Nos veremos pronto, hermano.

Parecía que Finn estaba intentando no llorar, y aunque Isaiah estaba en la habitación y sin duda lo molestaría, Tessa dio un paso adelante y le dio un abrazo, dejando que su cabeza descansara en su hombro.

—Puedes irte, pero no llegarás lejos, Arthur.

VIOLENT ENDS | Thomas Shelby ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora