13 | en el transcurso de seis horas

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El dolor llegó en etapas, como a muchos de los psicólogos les gustaba creer.

Primero vino la negación, en la que Tommy se negó a creer lo que las enfermeras le decían, ignorando todos los "tal vez no sobreviva", y los "es difícil de decir".

Luego vino el enojo, que Tommy Shelby mostró como un ataque feroz de ira cegadora. La furia candente que surgió por sus venas lo llevó a tirar sillas, golpear paredes y gritar más fuerte que nunca.

Después de la ira llegó la negociación, en la que Tommy Shelby rezo. Por primera vez en años, Tommy rezó, suplicando por la vida de su esposa. Aunque no había mucho de lo que Tommy había hecho en su vida para merecer el perdón, le imploró a Dios que no dejara que su esposa muriera por su culpa.

La depresión que le siguió a la oración de Tommy hizo que incluso el aire a su alrededor se enfriara de miseria. Cuando agarró su cabeza entre las manos, las enfermeras que fueron testigos de sus acciones, finalmente vieron a Tommy Shelby llegar al punto de ruptura, todo por su incapacidad para mantener a salvo lo único bueno de su vida. El peso del zafiro en su bolsillo se sintió como una mano que lo arrastraba al infierno, condenándolo por toda la eternidad.

El dolor se presentó de manera diferente. Ver a Tommy cambiar entre emociones tan rápido y tan repentinamente hizo que todos se dieran cuenta de lo poco equipado que estaba para hacerle frente a lo que sucedió. Cada emoción fluía hacia él, todo a la vez, y lentamente lo ahogaba en su propio dolor.

Nadie se atrevió a consolarlo, demasiado temerosos de sufrir las consecuencias del colapso de Tommy. La mayoría de la familia Shelby se había ido a casa, y solo Polly, Mason y Tommy permanecieron en el hospital. Aunque los demás se habían ido, ninguno de ellos dormiría esa noche, y todos terminarían congregándose en la tienda de apuestas, bebiendo y preparándose para enfrentar otra pérdida.

Tessa estuvo en el quirófano durante seis horas, y en ese momento Tommy comenzó a aceptar que tal vez este era el fin. Aunque no quería, se dio cuenta de que si esto terminaba empeorando, tendría que aprender a vivir sin Tessa. Tenía una hija; una hija que mantendría viva la memoria de Tessa. Aunque sería difícil, una de las cosas más difíciles que había tenido que hacer, Tommy sabía que no se podía cerrar por el bien de Bella.

Cuando la sexta hora llegó a su fin, Polly y Mason se acercaron a Tommy. Agachándose a su nivel, Polly colocó una mano consoladora sobre su hombro, un gentil recordatorio de que no estaba solo y que todos se sentían de la misma manera.

Toda la familia Shelby adoraba a Tessa. A pesar de no estar relacionados por la sangre, Tessa era considerada una hermana por Arthur, John y Ada, una madre por Finn, y una amiga por Esme, Linda y el resto de los Blinders.

—Tommy —dijo Polly en voz baja—. Tommy, tienes que levantarte.

—Es mi culpa —murmuró Tommy, una y otra vez, como un mantra del que estaba intentando convencerse de que era verdad—. Es culpa mía, es culpa mía, es culpa mía.

Depresión.

—Eso no es verdad —dijo Polly—. Fue la culpa del bastardo que le disparó.

—¡Fue mi culpa! —gritó Tommy, sacando el zafiro de su bolsillo y mostrándoselo a Polly—. ¡Es mi maldita culpa! Si no le hubiera dado este maldito collar, no habría estado maldita, ¡y no estaría en esa sala de operaciones!

Enojo.

Mason tragó saliva—. Tommy, esto no fue por el collar. Esto fue por los italianos.

—Va a morir —susurró Tommy, y Polly sintió que se le rompía el corazón—. Va a morir, y yo voy a estar solo. Por favor, Dios, por favor, no la dejes morir.

Aceptación y negociación.

—Tommy —susurró Polly, mientras Tommy dejaba que lo abrazara—. Va a estar bien. Ella es fuerte, es nuestra Tess. Va a estar bien.

—¿Por qué pasó esto? —preguntó Tommy, y como estaban solos, se permitió llorar—. ¿Por qué ella? ¿Por qué no yo?

Negación.

Pasó la sexta hora y una enfermera entró en la sala de espera, aterrorizada ante la idea de hablar con Tommy Shelby en su estado de emociones fluctuantes.

—Sr. Shelby —dijo la enfermera—. Tenemos noticias de la condición de su esposa.

Su tono estaba vacío, y no indicaba qué palabras seguirían. Tommy, Polly y Mason se pusieron de pie y se volvieron para mirar a la enfermera, que no podría tener más de veinte años.

—¿Y?

La enfermera parecía luchar para encontrar las palabras.

—No tenemos todo el día —dijo Polly.

—Hicieron todo lo que pudieron, señor Shelby —dijo la enfermera con voz temblorosa.

Pero no pudieron salvarla.

Tommy se preparó para las siguientes palabras de la enfermera, sus oídos zumbando mientras ella juntaba las manos nerviosamente.

—Su esposa... ella...

No lo logró.

—Lo siento, señor Shelby.

Hicimos todo lo que pudimos.

—Ella está...

Se ha ido.

—Ella está en coma.

La tensión se drenó de la habitación como el agua de una bañera, y Tommy se derrumbó en una silla y se pasó una mano por el pelo—. ¿En coma?

—Según el cirujano, la bala causó graves daños internos, pero hicieron todo lo posible —explicó la enfermera—. Sacaron la bala y la cosieron, pero aparentemente es...

La enfermera se salvó de su inútil explicación cuando el cirujano entró en la habitación. Polly cruzó los brazos sobre el pecho y lo fulminó con la mirada—. Espero que pueda ofrecer una mejor explicación de la condición de mi sobrina.

—De hecho, señora Gray, puedo. Así que agradecería que no usara ese tono conmigo —respondió el cirujano con frialdad—. Tessa Shelby sufrió daños en su estómago y la bala causó hematomas en muchos de sus órganos. Hicimos todo lo que pudimos por ella, pero ahora es solo cuestión de tiempo.

—Bueno, ¿qué demonios significa eso? —preguntó Mason—. ¿Está viva o no?

—Está viva, señor James —respondió el cirujano—. Pero me temo que está en coma.

—Como la enfermera ya nos dijo —lo interrumpió Polly.

—Es difícil de decir, en una etapa tan temprana, si la Sra. Shelby va a recuperarse o no —explicó el cirujano—. Lo que significa que la decisión de quedarse o irse queda completamente en sus manos.

—¿Cuáles son las probabilidades? —preguntó Tommy—. Dígame las probabilidades.

—Bueno, hay un 70% de probabilidades de que no despierte —dijo el cirujano—. Estoy seguro de que puede resolver el resto. Lo siento, señor Shelby, pero sugeriría que se preparen para lo peor.

—¿Qué demonios se supone que debo hacer? —preguntó Tommy—. ¿Solo sentarme y esperar a que mi esposa muera?

—Sería lo mas realista —dijo el cirujano, y sus siguientes palabras enviaron un escalofrío por el aire que era más afilado que una docena de cuchillos—. Es muy probable que Tessa Shelby no se despierte.

VIOLENT ENDS | Thomas Shelby ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora