12 | cinco

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Tessa estaba hablando con una duquesa llamada Tatiana Petrovna cuando Tommy la encontró. Todavía un poco molesta con él por irse tras Hughes sin responder a sus preguntas, Tessa le presentó a la duquesa y forzó una sonrisa.

—Vamos, Tommy, ¿no te impresiona conocer a una verdadera duquesa? —preguntó Tessa, burlándose de él.

—Bueno, entiendo que cobran una tarifa —respondió Tommy, y Tessa tuvo la sensación de que había otro significado detrás de sus palabras.

Tatiana pareció desconcertada—. Sr. Shelby, ustes es muy directo.

—Demasiado directo —dijo Tessa.

—Pero es cierto —dijo Tatiana—. Asisto a estas cosas por el champán, y la posibiliad de ser tratada como una duquesa de nuevo. Debería haber besado mi mano, Sr. Shelby.

La sonrisa de Tessa se desvaneció lentamente, mientras Tommy no actuaba según la declaración de la duquesa. Estaba tentada de interrumpir cuando Tommy se movió—. Lo siento.

Besó la mano de Tatiana y Tessa cambió de tema—. Estaba preguntando por mi zafiro.

—Me resultó bastante conocido —dijo Tatiana.

—Dijo que era ruso —dijo Tessa intencionadamente—. Mi esposo tiene negocios en Rusia. ¿Quizás lo sabías, Tatiana?

—Bueno, esta noche no es una noche de negocios, ¿eh? —dijo Tommy, interviniendo antes de que Tatiana pudiera hablar.

—¿Es por eso que estuviste en la sala de conciertos durante diez minutos? —preguntó Tessa.

—Creo que la gente está lista para cenar, Tess —dijo Tommy.

—No, no terminé de bombear a la gente por dinero —respondió Tessa con un brillo perverso en sus ojos ante la clara incomodidad de Tommy.

—¿Qué es "bombear por dinero"? —preguntó Tatiana.

—Es lo que hago todos los días —respondió Tommy con los ojos en Tatiana.

—Se conocen, ¿verdad? —preguntó Tessa—. Verás, yo estoy a cargo de compilar una lista de todos los invitados, pero es mi esposo quien parece conocerlos a todos.

—Escuché que está muy bien conectado —dijo Tatiana inocentemente.

—¿Y dónde escucha eso una duquesa? —preguntó Tessa una sonrisa visiblemente tensa.

—En ciertos círculos —respondió Tatiana.

—Muy bien, es suficiente —dijo Tommy—. Ada.

Tessa se volvió hacia Ada, quien sonrió a modo de saludo—. Tessa, hay una Lady Dorwager que quiere hablarte. Mencionó una donación en efectivo de dos mil libras.

—Tatiana, tú y yo hablaremos más tarde —dijo Tessa.

—Me gustaría eso —respondió la duquesa.

Mientras Tessa se alejaba, murmuró—: A mi no.

—Bueno, ¿qué te gustaría? —preguntó Ada—. ¿Donaciones? ¿Dinero?

—Clavarle el tacón de mi maldito zapato en su estúpido globo ocular —dijo Tessa—. ¿Viste la forma en que estaba comiéndose a Tommy con los ojos?

—Relájate —dijo Ada—. Esta noche es todo sobre el dinero. Y la caridad, por supuesto. Pero sobre todo el dinero, porque necesitamos eso para ejecutar la organización benéfica.

Tommy apareció sobre su hombro y Ada se retiró, desapareciendo entre la multitud mientras Tommy miraba a Tessa con una mirada frenética en los ojos—. Tess, mira, puedo explicarte.

—Vete —murmuró Tessa, mientras Tommy mantenía su mano sobre su brazo.

—Déjame explicarte —suplicó Tommy, y luego sonó una campana.

—¡Damas y caballeros! —exclamó el orador—. Un brindis de lealtad a Su Majestad el Rey.

—Por una vez, no tienes que explicarme nada —dijo Tessa amargamente, evitando el contacto visual con Tommy.

—Te ves hermosa, pero necesitas quitarte eso —dijo Tommy, alcanzando el collar de Tessa.

—¿Por qué? ¿Porque crees que se vería mejor en ella? —preguntó Tessa.

—Porque está maldito —respondió Tommy en voz baja.

El orador anunció la cena y la multitud se dispersó. Tessa agarró el zafiro—. ¿Maldito?

—Tessa, mira, a la mierda estas personas, ¿sí? —dijo Tommy en voz baja—. A la mierda con ellos. Necesito que estés bien.

Levantando la mano, Tessa desabrochó el collar y se lo entregó a Tommy—. Está bien, pero solo porque es pesado.

—Gracias —susurró Tommy, guardando el collar en su bolsillo—. Te necesito, Tess. Necesito que estés bien.

Tessa sonrió, besando a Tommy suavemente—. ¿Dices que está maldito?

—Por un gitano, sí —respondió Tommy—. Necesito que estés a salvo, por eso te lo quité.

Tessa sabía que se trataba de la mitad gitana de Tommy, la mitad que creía en todo tipo de trucos y brujerías. Ella percibía su preocupación como nada más que su creencia de que las maldiciones eran reales, y quitarse el collar la tranquilizó tanto a ella como a Tommy.

Tessa besó a Tommy nuevamente y sonrió contra sus labios—. Maldito seas, Thomas Shelby.

—Maldito sea —dijo Tommy mientras Tessa se reía.

—¿Deberíamos entrar? —preguntó Tessa—. Me estoy muriendo de hambre.

—Sí —dijo Tommy, extendiendo su mano para que descansara sobre la espalda de Tessa.

Su breve estallido de felicidad fue interrumpido por un hombre.

Un hombre que empujó a Polly con una pistola en la mano.

Un hombre que caminaba hacia Tommy y Tessa.

Un hombre que lanzó un grito vengativo de—: ¡Por Ángel!

Un hombre que levantó la pistola y el tiempo pareció ralentizarse.

Los siguientes segundos pasaron como una mosca moviéndose a través de la miel.

Uno.

Tessa sintió que el brazo de Tommy le rodeaba los hombros, tirando de ella hacia atrás y haciéndola tropezar mientras intentaba proteger su cuerpo con el suyo.

Dos.

De la nada, Arthur abordó al hombre, enviándolo al suelo. La pistola se disparó y Tessa apenas se dio cuenta de que acababan de dispararle.

Tres.

Tommy sostenía el peso de Tessa cuando sus rodillas se doblaron y ella cayó al suelo. A su alrededor estallaron gritos, los invitados corrían para protegerse de los disparos.

Cuatro.

La voz de Tommy, discernible a través del dolor que nubló los sentidos de Tessa, le gritaba a Polly por una ambulancia. Sus hermanos estaban golpeando al atacante, pateándolo y gritándole cuando la furia se hizo cargo. Mason se arrodilló junto a Tessa y Tommy, viendo la sangre empapando el vestido de su hermana y presionando su mano contra la herida.

Cinco.

La mano de Tessa se estiró para tocar la cara de Tommy, sus ojos rodando hacia la parte posterior de su cabeza cuando la inconscienca la venció y todo se volvió negro. Tommy rogaba que se mantuviera despierta mientras Mason lloraba.

Tomó cinco segundos para que la vida de Tommy Shelby se derrumbara ante sus ojos. Mientras sostenía a su esposa inconsciente y sangrante en sus brazos, observando cómo la sangre manchaba la tela de su vestido, dejó escapar un grito de pura desesperación, furioso por su incapacidad para protegerla.

En esos cinco segundos, todo cambió.

VIOLENT ENDS | Thomas Shelby ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora