52 | sombras de rojo

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—¡Maldición, no gotees sangre por la alfombra! —exclamó Tessa cuando Arthur Shelby entró en la casa de Ada.

—Es pintura —respondió Arthur—. Necesito cambiarme.

Tessa se cruzó de brazos—. ¿Por qué estás cubierto de pintura?

—No estoy de humor para un sermón, Tess —dijo Arthur.

Tessa alzó una ceja—. ¿En serio? Porque te perdiste la reunión familiar y todos votamos. La bala ya no es tuya, Arthur. Cualquiera puede matar a Luca Changretta.

La expresión de Arthur cambió—. ¿Qué?

—No estabas allí y tuvimos que votar —explicó Tessa.

Arthur se pasó una mano por el pelo—. Mierda.

—Adelante, ve a cambiarte —dijo Tessa—. Y por el amor de Dios, ve a buscar a Tommy. Estoy bastante segura de que creee que estás muerto.

Le entregó a Arthur una muda de ropa, esperó pacientemente a que se bañara y se vistiera, y luego lo acompañó a la puerta. Una vez que se fue, y Tessa cerró la puerta detrás de ella, Ada gritó su nombre.

—Tess, el té está listo.

Tessa y Ada pasaron la tarde hablando como si fueran amigas con vidas normales que pasaban un rato tomando té con problemas y conversaciones mundanas, pero nada sobre su situación era normal.

Desde que eran niñas, Ada y Tessa siempre habían estado unidas, más unidas que la mayoría. Siendo las únicas dos chicas en medio de los hombres adolescentes que las rodeaban, parecía funcional que se mantuvieran juntas. A pesar de estar separadas por años, eran mejores amigas y tenían confianza entre ambas.

Ada era una confidente que no se podía encontrar en Tommy, alguien con quien podía hablar sin temor a ser juzgada. Porque, al final del día, Ada también era una mujer luchando bajo el peso de la feminidad, siempre un poco por debajo de los hombres y siendo juzgadas.

Luego de su tarde compartida con Ada, Tessa se dirigió hacia la casa de Linda para recoger a su hija. Poniéndose el abrigo, Tessa se encontró con un guardaespaldas en la puerta y los dos se pusieron en marcha, sin decir una palabra entre ellos.

Una vez que Bella estuvo en sus brazos, Tessa se dirigió a casa. El viaje no fue tan largo, y una vez que entró, acostó a Bella, dejándola dormir en la vieja cama de Tommy, y luego se dirigió hacia la planta baja para esperar a su esposo.

Llegó tarde, como de costumbre, con una expresión indescifrable. Suspirando, Tessa se levantó y lo siguió mientras él caminaba directamente hacia la cocina. Se inclinó sobre el marco de la puerta, cruzó los brazos y levantó una ceja.

—¿Qué te tiene tan de mal humor? —preguntó Tessa.

—Estuve hablando con Jessie Eden —dijo Tommy.

—Fascinante —dijo Tessa—. Hice la pregunta retóricamente porque estoy demasiado cansada. Tom, te amo, pero tus escapadas con otras mujeres no son realmente algo de lo que quiera hablar. ¿Podemos ir a la cama?

—Sí —dijo Tommy, colocando un brazo alrededor de los hombros de Tessa—. Vamos.

Tommy condujo a Tessa a la habitación, y cayeron juntos en la cama sin que ocurriera nada íntimo en el proceso. Simplemente se quedaron en silencio, abrazados y fingiendo que no estaban siendo cazados como animales.

En el silencio sus pensamientos crecieron, cada vez más fuertes, una reiteración de dolor, miedo y pánico perpetuo que los volvía locos. Habrían sucumbido a la locura, pero el agarre de Tommy sobre Tessa, y el agarre ge Tessa sobbre Tommy mantuvieron alejados los malos pensamientos.





A la mañana siguiente, Tessa estaba en medio de vestirse mientras Tommy estaba de pie en la ventana, mirando hacia la calle, cuando sonó un dispaero, claro como el día y enviando un escalofrío por la columna vertebral de Tessa. Compartiendo una mirada con Tommy, los dos corrieron hacia las escaleras y salieron a la calle cuando Finn cruzó hacia ellos.

—¿Finn? —preguntó Tommy, pánico en su voz.

—Vino de la casa de Arthur —dijo Finn.

Tommy golpeó la puerta con los puños frenéticamente, y cuando Linda la abrió, Tommy pasó junto a ella diciendo—: ¿Dónde está? —y corrió por la casa para encontrar a su hermano.

—¡Tess! —gritó Mason, corriendo hacia su hermana—. ¿Qué está pasando?

—No lo sé. Ve, Tommy fue por allí.

Mason corrió hacia la puerta con su hermana pisándole los talones. Linda estaba obstruyendo el camino, y Mason dijo—: No te muevas, Linda, solo atravesaré la pared —y luego apartó a Linda—. Siempre tan amable.

—Siempre es un placer, Mason —dijo Linda.

Tommy, Tessa y Mason irrumpieron en la parte trasera de la casa de Arthur y encontraron al dueño de la casa sosteniendo una pistola en el aire, como si estuviera luchando contra sí mismo. Su cuerpo estaba temblando, y fue entonces cuando el trío preocupado se dio cuenta de lo que había sucedido.

—¿Arthur? —preguntó Tommy sin aliento, una sensación de alivio se apoderó de él al saber que su hermano no estaba lastimado.

—Disparó la bala.

La voz engreía de Linda hizo que Tessa apretara el puño, pero mantuvo la boca cerrada y dejó que Arthur hablara—. Linda dice que es la forma moderna, Tom. Es la forma moderna.

Tommy miró a Linda antes de volverse a su hermano—. Sí, sí, Está bien, hermano.

—Pensé que habías muerto —admitió Tessa, abrazando a Arthur mientras Tommy miraba a Linda.

—Lo hiciste bien —dijo Tommy.

—No fui yo —dijo Linda—. Dios le habló.

Tessa pasó una mano sobre el hombro de Arthur—. Lo hiciste bien, Arthur.

Mason asintió—. Todo va a estar bien.

—No necesito simpatía —dijo Arthur—. Solo... déjenme en paz.

Tessa y Mason compartieron una mirada y salieron de la casa de Arthur y Linda, cruzando la calle hacia su propia casa. Al cruzar la puerta, Mason hizo un gesto hacia la cocina—. ¿Té?

—Por favor —dijo Tessa—. ¿Desde cuándo haces té?

—Mason, ¿con quién estás hablando? —preguntó una voz femenina, antes de que Ada Shelby apareciera usando nada más que su camisón—. Oh, hola, Tess.

Tessa se cubrió los ojos con la mano—. Oh, esto es algo que desearía poder borrar de mi memoria.

VIOLENT ENDS | Thomas Shelby ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora