18 | perdiendo el juego

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Tommy regresó y se encontró con su esposa esperándolo, después de haber visto el carro desde la ventana.

Con la ayuda de Mason y Arthur, Tessa recuperó la fuera y pudo ponerse de pie por más tiempo que antes sin caerse. Ella estaba parada en la puerta de su casa, observando a Tommy mientras bajaba del carro y tomaba a Bella en sus brazos.

—Estás de pie —dijo Tommy.

—He estado de pie hace dos días —dijo Tessa, besándolo—. Estoy mejorando, Tom.

—Eso es bueno —respondió Tommy, mientras Bella buscaba a su madre—. Todavía no, Bella.

—¿Cómo estuvo tu viaje? —preuntó Tessa, levantando una ceja cuando Tommy se dirigió a la casa.

—Demasiado exitoso —respondió Tommy—. Obtuve las respuestas quenecesitaba.

—Eso es bueno —dijo Tessa, mientras entraban a la sala de estar—. Estuve aburrida sin ti y Bella.

—Pero estuviste ocupada —dijo Tommy—. Caminando y "mejorando".

—Mira, Tom, se que dijiste que debería estar en reposo en cama, pero lo odio —dijo Tessa—. No me puedo sentar todo el día. Levantarme y hacer ejercicio me ayudó. Bajé las escaleras en menos de un minuto esta mañana, y no tuve que apoyarme contra la pared ni una vez.

—Progreso —dijo Tommy—. Lamento haberme ido.

—Hiciste lo que necesitabas hacer —dijo Tessa—. No estoy enojada.

—Pero te dejé.

—Pero volviste.

—Touché.

Tessa le sonrió, envolviendo un brazo alrededor de él—. Vamos a la cama.

—Voy a acostar a Bella —respondió Tommy—. Estaré contigo en un momento.

—No vas a desaparecer de nuevo en los campos, ¿no? —preguntó Tessa, caminando junto a Tommy mientras subían las escaleras.

—No, tuve suficiente aire fresco por un tiempo —dijo Tommy—. Además, te extrañé.

Tessa sonrió—. Yo también.





Unos días después, Tessa se despertó con Bella agarrada de las sábanas, intentando tirarse sobre el colchón. Sonriendo, se sentó y le dio un codazo a Tommy, despertándolo mientras ayudaba a su hija a ubicarse entre sus padres. Durante un tiempo todo estuvo tranquilo, con Tommy levantando a Bella en el aire y jugando con sus jueguetes con ella, hasta que decidió que era hora de trabajar.

Tessa se recuperó casi por completo y le quitaron los puntos para dejar una gran cicatriz en su abdomen. Sabía que no se desvanecería por un tiempo, pero el hecho de que estuviera allí y que estuviera viva solo demostró que sobrevivió al intento de asesinato, a pesar de que la bala estaba destinada a Tommy. No se avergonzaba de la marca, y, a menudo, se encontraba trazando la línea ligeramente golpeada con el dedo, intentando convencerse de que todo era real.

Tommy se fue a trabajar y Tessa se encargó de cuidar a su hija nuevamente, pasando el día reavivando su relación después de estar ausente durante mucho tiempo. Bella parecía feliz de tener a su madre de regreso, y Tessa estaba feliz de estar con su hija otra vez.

Ada se había quedado con ellos durante unos días, tanto por el bien de Tessa como por el negocio. Tommy regresó a casa después del trabajo en la ciudad esa noche para encontrar a Tessa y Ada en el estudio justo al lado de la biblioteca, conversando mientras Ada garabateaba en un libro. Tessa sstaba sentada en uno de los sillones, con un libro abierto pero sin tocar en su regazo.

Entrando con las manos en los bolsillos, Tommy no hizo ningún esfuerzo por expresar su llegada y esperó a que Ada y Tessa lo notaran. Sentado en el sofá junto a su esposa, Tommy dejó escapar un suspiro, y cuando Ada no lo reconoció, tomó su bebida—. ¿Hiciste lo que estaba en tus listas, Ada?

—Tú y tus malditas listas —respondió Ada.

—¿Lo hiciste? —preguntó Tommy.

—Hablé con un viejo amigo de Freddie —le explicó Ada—. Es candidato del Partido Comunista a Basall Heath. Le pregunté sobre la rama de Birmingham del Comité Nacional de Vigilancia. Dijo que había escuchado que la embajada soviética estaba obteniendo información desde adentro.

—¿Y tiene un nombre? —preguntó Tommy.

—Sí —respondió Ada, evitando mirar a su hermano—. Pero solo prométeme que nadie será asesinado.

Tommy suspiró—. Ada, será John, Arthur, Mason o yo quien será asesinado si no me das el maldito nombre. Hay alguien por delante y necesito saber por qué.

La mano de Ada tembló—. James Monkland. Es un suscriptor de Lloyd. Tiene una oficina en la calle Curzon. Tommy, por el amor de Dios, ¿quién es el que está delante de ti?

Tommy colocó su vaso sobre la mesa—. Sabía que podía contar contigo, Ada.

—No, no puedes y acabo de hacerte una maldita pregunta —espetó Ada.

Tessa se movió incómoda en su asiento. A pesar de haberse quitado los vendajes, seguía siendo cautelosa, y sentarse entre dos hermanos Shelby peleando nunca era algo que se hiciera voluntariamente.

Tommy se reclinó en su asiento y se llevó una mano a la boca mientras miraba a su hermana—. Y noté que comenzaste a usar lápiz labial nuevamente.

—¿Y qué? —preguntó Ada, lamiénose los labios inconscientemente. Apartó los ojos, agarró un libro y sus ojos vidriosos se centraron en las páginas—. Me aburrí.

—Puedes cambiar lo que haces, pero no puedes cambiar lo que quieres —respondió Tommy.

—¿Y qué es lo que quiero? —preguntó Ada, abandonando los intentos de leer y cerrando el libro.

Tommy se puso de pie—. Va a haber una vacante en la compañía. Oficina de Boston.

—Boston, ¿Estados Unidos? —preguntó Ada, mientras Tommy levantaba un cigarrillo.

—Lápiz labial —dijo Tommy—. Ropa de París. Nada de revólveres. Todo legal, solo girar algunas cabezas. Hacer las ofertas e tránsito.

Con un cigarrillo entre los labios, Tommy extendió una mano hacia Tessa y la ayudó a levantarse. Envolviendo un brazo alrededor de su cintura, captó su mirada confundida y observó sus labios inclinarse hacia abajo con el ceño fruncido—. ¿Estados Unidos?

Tommy la ignoró—. James Monkland, ¿verdad? —preguntó, y el silencio de Ada fue suficiente para responder—. Buenas noches, te quiero. Vamos Tess.

—Buenas noches, Ada —dijo Tessa, mientras Tommy la sacaba de la habitación. Ella puso una mano sobre su pecho mientras caminaban, obligándolo a reducir la velocidad—. ¿Cuál es la prisa?

—Solo quería pasar la noche con mi esposa —respondió Tommy, besando la mejilla de Tessa—. Ha pasado un tiempo.

—Sí —dijo Tessa en voz baja, subiendo las escaleras—. Demasiado.

Esa noche, mientras yacían en la cama mirando hacia el techo, los dedos de Tommy rozaron la herida de bala, sintiendo la cicatriz debajo de sus dedos y recordándose a sí mismo lo afortunado que fue.

Sin Tessa, Tommy no sabía que lo haría, y aunque la cicatriz sería un recordatorio de su incapacidad para protegerla, sirvió para demostrar que aún quedaba algo bueno en la vidad de Tommy, porque Dios no se había llevado a su esposa.

VIOLENT ENDS | Thomas Shelby ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora