Mi objetivo nunca fue relacionarme de alguna manera con los habitantes del país conocido como Poniente. Simplemente quería comprobar con mis propios ojos si mi madre tenía razón, si de verdad estaban tan atrasados y eran tan idiotas y crueles como se creía en las Islas Cienfuegos... eso y encontrar a los otros hijos de la antigua Valyria que también habían sobrevivido a la maldición.
Los primeros días junto con Raleigh, mi dragón, sobrevolamos las Islas de Hierro cuyo castillo en Pyke confundí con ruinas abandonadas. El resto del lugar no era más agradable a la vista, las casas, la gente, los barcos, todo era tan... diferente.
Ante aquel panorama gris y frío quise dar vuelta y regresar a casa. Pensé que había sido una mala idea abandonar mis islas y que si a lo mejor esto era lo primero que veía el resto sería más de lo mismo.
Raleigh y yo estábamos descansando en un conjunto rocoso a una considerable distancia de las islas cuando vi lo que hacía.
– Está bien, aquí no tienes que camuflarte– le dije a la palmeando su lomo.
El dragón, que en su momento se camuflaba con el tono gris de las piedras debajo de él, fue recuperando lentamente su color negro natural y siseó.
— ¿Qué opinas, Rals? ¿Deberíamos volver a casa o buscar la tal isla de Dragonstone?
Raleigh, más grande que cualquier barco en las Islas de Hierro, era una criatura tranquila y cautelosa que amaba la comodidad de los entornos conocidos a diferencia de mí que tenía por ambos la suficiente curiosidad y energía para explorar todo lo que estuviera a mi alcance.
— Si fuera contigo seguramente la familia que habita ese castillo me ofrecería hospedaje y alimento creyendo que soy una de sus princesas— le dije con una gran sonrisa—. A ti tal vez te darían un semental entero y te dejarían dormir en un establo en vez de esa cueva en la que hemos estado escondiéndonos como cucarachas.
El dragón volvió a sisear y giró la cabeza para mirarme.
— Eso o nos darían la caza como dice madre.
Esa gente no será buena ni te tratará con respeto si no tienes algo que ofrecerles a cambio. Si te ven como una amenaza te cazarán y no se detendrán hasta ver tu cabeza en una estaca. No confíes en ellos, Daryana. No confíes en nadie.
¿Pero por qué habrían de atacar a una jinete de dragón? Sabía del básico intelecto de ese pueblo por los rumores, pero no serían tan estúpidos como para enfrentarse al fuegodragón, ¿verdad?
— No veo razón para seguir aquí más tiempo, este sitio es horrible.
Me incliné lista para levantarme en el aire y al hacerlo no guié a Raleigh hacia el oeste que era donde estaba nuestro hogar, sino hacia el este. Debía haber mucho más que ver una vez llegaramos a tierra firme, lo sabía, lo sentía en mi pecho.
— Vamos a ver sitios asombrosos y a conocer todo sobre todo— le dije a mi compañero con el entusiasmo mágicamente restaurado—. Ahora el mundo es nuestro, Rals. Vamos a probar a madre que se equivoca.
Volamos un buen rato hasta que volvimos a divisar tierra. Extensos campos verdes y colinas, árboles y arbustos, arroyos y ríos. Los últimos rayos del sol caían sobre las tierras dándoles un tono anaranjado precioso y sonreí. Eso era lo que estaba buscando.
Por primera vez sentí la confianza suficiente para ir a explorar por mi cuenta mientras Raleigh cazaba su cena en un pequeño tramo de bosque a orillas de un río.
— Hay una casucha no muy lejos, voy a ir— le comenté al dragón mientras escondía la gran mochila con mis pertenencias entre unas rocas y sacaba la bolsita con monedas de oro, plata y bronce—. Por favor no mates a ninguna persona ni dejes que te vean.
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Blacksun | House Of The Dragon (En Edición)
FanfictionLos Targaryen dominaron todo Poniente bajo la idea de ser los últimos jinetes de dragón. En su ignorancia creían, al igual que los Velaryon y los Celtigar, ser los últimos vástagos con vida de la Antigua Valyria. No lo eran. De hecho, nunca lo fuer...