Capítulo 8

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Camino a Dragonstone tenía el estómago revuelto y un nudo en la garganta de todo lo que nunca dije. Baela y Rhaena sabían que algo no andaba bien conmigo y tuvieron la amabilidad de no insistir en conversar al ver que yo no tenía muchos ánimos de hablar; Jace y Luke por otra parte creyeron que estaba enferma y me atacaron a preguntas de síntomas que no tenía.

Al llegar a la isla quedé maravillada con  todo, especialmente por el castillo que era inmenso, con un diseño oscuro e imponente. Raleigh también estaba feliz, aquí no tendría que alejarse mucho de mí y podría estar en compañía de los otros dragones.

Los primeros días en el castillo me perdí varias veces, todos los pasillos y torres me parecían iguales. Al final me limité al ala donde estaban los salones, habitaciones y biblioteca. Por las mañanas devoraba libros de la historia de Poniente mientras Jace y Luke estudiaban, y por las tardes los tres entrenábamos en la playa, en más de una ocasión el príncipe Daemon se acercaba a ver el progreso de sus hijastros y una sola vez se enfrentó ante mí (quedamos empatados). Baela y Rhaena hicieron sus propias capas de escamas de dragón, la de Baela era verde y la de Rhaena tenía escamas tanto de Moondancer obsequiadas de su hermana como de Caraxes, el dragón de su padre.

Una de mis noches favoritas resultó siendo cuando todos habíamos terminado de comer y empezamos a hablar de música mientras los bardos cantaban, por supuesto, una cosa llevó a la otra y Rhaena terminó arrastrando a Lucerys a bailar con ella.

Jace también se levantó y me ofreció la mano.

– No, no– sonreí–. Yo no bailo.

¿Podía correr un kilómetro sin romper a sudar? Sin problema. ¿Combatir dos personas a la vez? Absolutamente. ¿Contener la respiración cinco minutos? Claro.

¿Pero bailar? Nunca.

– No es difícil, ya verás– aseguró con una sonrisa.

Luke, incapaz de librarse de Rhaena me miró sobre su hombro y gritó:

– ¡Huye!

No me lo tuvo que decir dos veces. Me levanté de la silla y corrí a la puerta más cercana escuchando las risas de Baela y la princesa Rhaenyra tras de mí. Jace me alcanzó sin problemas y me agarró de la muñeca.

– Jace, si quisiera decepcionar a un grupo de gente cenaría con mi familia– murmuré resistiéndome a que me jalara con la otra pareja al centro de la improvisada pista–. Por favor, no me hagas hacer el ridículo frente a la tuya.

– Si Luke pudo aprender, tú también puedes.

¿Desde cuando era tan fuerte? Estaba prácticamente echada en el suelo y él me jalaba con un solo brazo sin ningún problema.

– Puedes ir a bailar con Baela o tu madre o Rhaena...– le recordé.

– ¡Por favor!– suplicó Lucerys.

– Parejas no te faltan, no tiene que ser con la persona con peor cordinación en la habitación.

– Te he visto usar dos espadas a la vez, un baile no se te va a hacer más difícil.

– ¿Quieres apostar?

Baela pudo intervenir y quitármelo de encima, pero estaba muy ocupada pasándola de lo lindo así como la princesa Rhaenyra que no podía contener la risa ante el tormento de Luke y el mío.

– Arriba.

– No quiero– murmuré haciendo un mohín con la boca.

– ¡Levántate, Daryan!

– ¿Alguna vez alguien ha podido decirte que no a algo?– exclamé enderezándome, derrotada.

– No– contestó orgulloso antes de entrelazar sus manos con las mías.

Blacksun | House Of The Dragon (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora