Capítulo 58

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Cuando tenía 16 años Raleigh protagonizó una pelea con un dragón más grande que él y como consecuencia se ganó ambas alas rotas, pero pudo ser peor, pudo haber perdido la vida como su rival. Sin embrago, un dragón que no podía volar se podía dar por muerto. La primera semana se rehusó a comer pues este prefería cazar, y sin alas no podía volar al mar a buscar sus presas favoritas. Lloré por días enteros hasta que una noche Troy, que aunque en ese entonces no nos llevábamos muy bien, se acercó a mí.

– Daryana, debes salir de esta cueva. No morirás con Raleigh.

Lloré más duro. Había asesinado a mi mejor amigo un año atrás, no quería que muriera mi dragón también.

– ¿Por qué me hago esto?– le pregunté a lo que ella se agachó frente a mí y me miró confundida–. ¿Por qué estoy tan dispuesta a dejar que otros me hagan daño? Es como que... mi vida, mi felicidad depende de la felicidad y la vida de otros.

– A eso lo llaman amor– me dijo pasando una mano por mi cabeza–. Amar tanto algo que le das más poder del que tú misma tienes está bien...

– No se siente bien, porque...

– Porque pueden lastimarte, lo sé. La cosa es que rara vez quienes te aman buscan lastimarte. Por eso hay que aprender la diferencia entre quienes te hacen daño sin querer y quienes te hacen daño con intención.

– ¡Ese animal me quiere matar de la frustración!– exclamé señalando a Raleigh.

– El que haya dejado de comer no tiene nada que ver contigo, no es tu culpa.

– Pero, ¿por qué no entiende que tiene que comer para sanar?

– Es un dragón, te quiere, pero sigue siendo una criatura salvaje, en el fondo hará lo que desee.

– Pensé que me quería más que eso... pensé que podría ayudarlo.

– El amor no lo cura todo– dijo antes de ponerse de pie y extenderme una mano–. Ven, vamos a casa, pulga.

Raleigh era mi casa, pero fui con mi familia esa noche.

Ahora Troy se alejaba de mí para ir con su dragona y su hijo, pero nunca pudo alcanzarlos porque una lanza, que nadie habría podido detener, la atravesó.

Mi madre gritó su nombre.

Rocío soltó un chillido agonizante y Daegar gritó también.

Troy cayó de rodillas y miró a su atacante, al causante de toda esta masacre, que había caído junto con Vaghar.

Con cada paso que daba el rey nocturno hacia mi hermana una fuerza extraña iba creciendo en mi interior, sentía que explotaría, que iba a morir también.

Me bajé de Raleigh con ambas dagas bien sujetas. Ese imbécil podría resistir el fuegodragón, pero dudaba que pudiera contra el acero valyrio.

No te acerques a él. Recuerda lo que te dije.

Me detuve en seco y me di la vuelta buscando a Alys, pero no estaba cerca.

Troy no sobrevivirá y no puede ser una de ellos.

Al principio no pude entender lo que significaban sus palabras, porque eso sería aceptar que mi hermana iba a morir, que yo no podría hacer nada para evitarlo. Lo único que podía hacer era no dejar rastro de ella que él pudiera traer de vuelta, y esa idea me horrorizaba. ¿Qué clase de mundo sería un mundo sin ella?

Daryana.

¿Cómo iba a acabar con mi hermana frente a mis padres... frente a su hijo?

No podía hacer eso.

Blacksun | House Of The Dragon (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora