Capítulo 52

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Daella

Troy y Cregan eran los anfitriones de un evento que mantenía a todos a la expectativa. Habían enviado cuervos a todas las casas del norte informando el asesinato de Kiana y solicitando la presencia de los lores para discutir con más detalle todo el asunto.

De los tres hijos de Troy y Cregan, Kiana había sido la más querida por el pueblo, no sólo por su personalidad carismática y alegre, sino por su apariencia. Ella era la única, junto a Rickon, que conservaban en su mayoría la apariencia de un Stark. Daegar y Elina no eran despreciados ni mucho menos, pero eran más tímidos y mucho más parecidos a Troy, que para muchos, seguía siendo una forastera, por ende los asociaban más a ella y los dividían. Rickon y Kiana eran los buenos Stark, y Daegar y Elina los no tan buenos.

La muerte de la pequeña Kiana fue un golpe duro para muchos y lo sería mucho más ahora que se enteran del motivo, que justamente había traído Daryan.

– Buenas noches a todos– Cregan se levantó y apoyó los puños en la mesa–. Desearía que esta reunión con todos los abanderados hubiera sido ocasión para celebrar algo... no para lo que realmente es, pero son hombres listos, saben porqué los reunimos mi señora esposa y yo.

Troy se veía fría y distante. Triste.

– ¡Venganza!– grito alguien desde algún lugar del salón.

Troy agachó la cabeza y se llevó la mano al puente de la nariz.

– Han llegado rumores a mis oídos de que fueron los salvajes los culpables de la muerte de Kian, el príncipe Viserys y la princesa Rhaenys, y es hora de poner fin a esos absurdos comentarios– Cregan miró a sus hombres con severidad–. Ninguno de ellos murió a mano de salvajes.

– ¿Quiénes fueron entonces?– preguntó algún lord.

Cregan le hizo seña a los guardias y estos abrieron dos grandes puertas por las que ahora entraba una muy pálida Daryan arrastrando un saco. Respiré aliviada y relajé la mandíbula que no sabía que tenía apretada. A ambos costados ella tenía a Daegar y Elina y tras ellos marchaban tres salvajes que de inmediato pude identificar al ver sus ojos.

Se hizo un revuelo en el salón, pero Daryan no perdió la compostura bajo los comentarios y miradas extrañas. Troy, por su parte, sí se levantó y apretó la mandíbula mirando con puro odio a los tres forasteros.

– Cosas como esta fueron los responsables– dijo Daryan en voz alta antes de abrir el saco y volcar su contenido en la mitad del salón.

La criatura más asquerosa y nauseabunda, con más huesos que carne, y ojos azules vidriosos se sacudió en el piso como un gusano y sus alaridos inundaron de pánico el lugar.

Aegar y yo nos miramos antes de tomarnos la mano. A esto nos íbamos a enfrentar. A eso se habían enfrentado nuestras hijas y nuestros nietos.

– Esto es lo que hasta el día de hoy, muchos, si no es que todos, consideraban un mito– dijo Troy rodeando la gran mesa y acercándose a la criatura–. Esto es un producto de los caminantes blancos, esos con los que asustan a los niños para hacerlos obedecer. Son reales, es difícil de creer, lo sé... a mí también me costó mucho en su momento, pero una vez que el asombro se torna en miedo podrán entender la gravedad de la situación, y serán capaces de imaginar lo que cosas como esta representarán si llegan al sur.

– ¿Esas cosas los atacaron?– preguntó un hombre.

Troy asintió.

– ¿Qué son?– preguntó otro.

– Muertos– contestó la mujer salvaje. Si mal no recordaba su nombre era Aenya.

– ¿Qué buscan?

Blacksun | House Of The Dragon (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora