Capítulo 39

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Raleigh, Arrax y Vaghar estuvieron tranquilos casi todo el trayecto, pero cuando empezamos a acercarnos a las islas y la música de otros dragones nos alcanzó Raleigh chilló emocionado y los otros dos se vieron tensos.

La neblina se disipó y yo silbé sólo para tener a mi querida Malley al lado.

Mi hermosa chica.

Sonreí y ella siseó para ubicarse bajo el costado de Raleigh.

Daryan.

Con más emoción que cuidado salté a su lomo y escuché a Luke gritarme algo.

Malley sobrevoló a Arrax y miró a Luke con anhelo. Él nos saludó con una mano mientras que Aemond nos miraba con el ceño fruncido. En parte lo entendía, tras pasar toda su infancia siendo menospreciado por no tener un dragón, le parecía injusto que una persona como yo pudiera montar no uno sino cualquier dragón en las islas. Tal vez si hubiera nacido aquí las cosas hubieran sido diferentes para él.

– ¿¡Vives aquí!?– fueron las primeras palabras de Luke mientras miraba todo a su alrededor con asombro.

– Bienvenidos a mi humilde hogar– les dije a ambos–. Les mostraré todo luego, ahora hay trabajo por hacer.

Instalé a Arrax y Vaghar mientras Malley y Raleigh volaban por ahí, poniéndose al día, y luego Luke y yo a lomos de Rals empezamos yendo con Karis e Inna Merteu a su isla.

Para llegar a su castillo se debía atravesar a pie un sendero a través de un bosque que casi nunca me gusta a recorrer por razones que a Luke le causaban curiosidad.

– ¿Esas son placas en los árboles?

Yo asentí.

– En las islas existe la tradición de que al nacer se siembra un árbol en tu honor aquí en este bosque.

– ¿Todos tienen un árbol?

– Sí. Este es un sitio sagrado por la misma razón. Cuando morimos no queda nada de nosotros, pero queda el árbol que es lo que representa de alguna forma la vida incluso después de la muerte– le expliqué–. Por eso unos son más pequeños que otros. Por eso unas placas están más oxidadas que otras.

– ¿Dónde está el tuyo?

Temía que preguntara eso.

– Ya no existe– contesté–, fue talado.

Eso lo horrorizó.

– ¿Por qué?

– Cuando traes muerte a las islas eso es lo que queda de ti.

Se quedó en silencio unos segundos más mientras seguía mirando, buscando entre los troncos, uno cortado a la mitad.

– ¿Quieres verlo, verdad?– le pregunté.

– No si no quieres.

Lo agarré del brazo y lo guié fuera del sendero hacia lo que una vez fue un árbol de mango.

– He aquí mi legad...

Luke sonrió al verlo y yo fruncí el ceño mientras me agachaba.

El tronco del árbol estaba partido, justo como lo recordaba, pero a un costado había empezado a salir un nuevo tallo, con nuevas y tiernas hojas.

– Sigues viva– me hizo saber con voz alegre.

– Anai, la madre de Alden, cortó este árbol ella misma, y cada cierto tiempo regresaba a cortar los retoños nuevos para evitar que siguiera creciendo– dije con amargura–, parece que lo ha olvidado.

Blacksun | House Of The Dragon (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora