Capítulo 62

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Daegar

No sabía si era peor quedarme en Winterfell o quedarme en las islas, ambas opciones se sentían igual de terrible porque en ambos lugares había gente que de una u otra forma me culpaba por la muerte de mamá.

Aquí no estaba mi papá, pero estaba Elina. Cuando llegamos la tía Daryan y yo estábamos igual de preparados para la lluvia infernal que caería sobre ambos, pero aquello nunca pasó porque Elina no estaba para recibirnos.

— Está quedándose con mi familia— nos informó Haven.

— Voy a verla— la tía Daryan, que en ese momento saludaba a Dharak, me miró—. ¿Vienes?

— No.

Prefería mil veces ir a una nueva guerra que ir a ver a mi hermana menor.

No dormí bien aquella primera noche, pensé que en cualquier momento aparecería Elina con un cuchillo y me mataría.

La vi en el desayuno, hablaba con Saera tranquilamente. Cuando vio que llegué, dejó su plato y se fue sin mirarme. Y de alguna forma aquello fue peor que los gritos o el llanto. Me pregunté si así iba a ser para siempre y me aterró la idea. Quería... necesitaba a mi hermana.

— Necesita tiempo— me repetía Eira y Saera y Anai y todo el mundo.

Pero aquello no era lo que quería escuchar.

— Si tanto quieres su desprecio, ten— la tía Daryan me entregó una de sus dagas y yo fruncí el ceño—, ve y dile que se desahogue contigo si tanto quieres su atención.

— ¡No quiero que me mate!

— ¿Entonces qué quieres, Daegar?— me miró cansada y yo tragué duro—. Ella no va a hablarte y lo sabes. Ponte los pantalones, ve con ella y discúlpate por todo.

— No me va a perdonar— murmuré.

— Al menos así habrás hecho lo correcto.

El regresar a las islas se suponía que nos ayudaría, pero aunque casi todos estábamos más tranquilos la tía Daryan cada vez se veía peor. Había algo extraño con ella. No dormía ni comía bien, entrenaba más de lo normal y cuando alguno mostraba su preocupación ella soltaba comentarios bordes e hirientes de los que luego se disculpaba. Además de que físicamente se veía como una mujer vil y cruel usando siempre negro, parecía aquellas actrices de las obras que veíamos de niños con los ojos oscuros y llenos de odio.

Estaba por montar a Laren para ir con la familia Daoscurid cuando vi a Haven y a Elina llegando.

De acuerdo, es ahora o nunca.

Pero ellos no fueron los únicos que llegaron. Desde el este otro dragón se acercó, uno que jamás había visitado este territorio.

Aemond.

Agradecí su presencia para mis adentros. A ver si alguien conseguía mejorarle el humor a la tía Daryan. Pero cuando este se bajó de Vermithor su semblante era casi tan malo como el de ella. Algo había pasado.

Aemond me ignoró por completo y se acercó a Haven y a Elina que se iban bajando de Dharak. Lo seguí.

— ¡Aemond!— Elina le sonrió y fue a abrazarlo, este la sostuvo sin apartar la mirada de Haven.

— Eli, ve con Daegar adentro, por favor, tengo que hablar con Haven.

Elina por primera vez clavó sus ojos en mí y enseguida se oscureció su mirada.

— ¿Pasó algo?— preguntó Haven confundido.

— Eli— repitió Aemond.

Elina vaciló antes de apartarse de los adultos, pero finalmente se acercó a mí con los puños apretados.

Blacksun | House Of The Dragon (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora