Odiaba levantarme tan temprano, pero quería despedirme de los niños antes de que partieran al norte a visitar a la Guardia de la Noche. Por algún motivo era algo que ellos disfrutaban, yo los había acompañado dos o tres veces para conocer El Muro, pero encontraba particularmente irritantes a los llamados cuervos. La mayoría eran criminales malportados, irrespetuosos y abusadores. Por eso me aseguraba de que todas mis niñas fueran bien armadas, listas para cortar cualquier mano que les pusieran encima.
– ¿Segura que no quieres venir, tía?– me preguntó Kiana.
– Aquí estoy bien, linda– dije acariciándole el cabello castaño–. Ayudaré a Elina con sus estudios de piromancia.
– Qué aburrido.
Kiana podía ser la menor, pero era la que más me recordaba a mí de mis tres sobrinos. Amaba explorar y viajar y siempre le había seguido la par a los mayores pese a tener sólo 12 años.
– Los quiero aquí antes del atardecer, ¿entendido?
– Sí– me sonrió y yo le di un beso en la frente–. Dejaré a Norris contigo, ¿lo cuidarás por mí?
– Por supuesto.
– Sentado Norris. Quédate con la tía Daryan.
El lobo obedeció y la niña salió corriendo a despedirse de sus padres.
– Dary, ¿sabes algo de mi bisabuela Rhaenys?– me preguntó Laysa mientras se colocaba sus guantes.
– Dijo que estaría aquí para el almuerzo– le dije–. Para cuando regreses seguro ya ha llegado.
– Les traeré algo a ambas– prometió.
– Gracias, linda.
Se despidió y corrió con los demás chicos.
– Dioses, odio madrugar– Viserys apareció bostezando mientras se pasaba la mano por el cabello.
– Abre bien los ojos– le golpeé el hombro–. Como me entere que dejaste que alguno de esos imbéciles cuervos tocara a Kian, a Saera o a Laysa, te cortaré las pelotas y se las daré a este lindo lobito de aquí, ¿entendiste?
– ¿Te han dicho que eres demasiado protectora?
– Sí, ahora largo.
– Te traeré un pedazo de hielo– bromeó alejándose.
– Que mejor traiga una esposa– dijo Aegon a lo que yo sonreí.
– Diviértanse– le dije dándole un abrazo de lado.
– No dejes que la floja de Visana duerma hasta el medio día, por favor.
– La despertaré con un balde de agua helada– le dije.
– Mejor con agua hirviendo para que la sienta más.
– ¡Adiós, tía!– escuché gritar a Daegar que ya tenía su máscara puesta.
– ¡Kimi, ven!– Laysa se trepó en su dragón y se alzó en vuelo al tiempo que Kiana.
Los dragones más pequeños eran Kimi, Mick y Lando, pertenecientes a Laysa, Aerion y Kiana respectivamente. Los más grandes eran los de Viserys y Aegon por obvias razones.
Ocho dragones se elevaron en el aire y con ellos Daegar, Kiana, Laenar, Saera, Aerion, Laysa, Aegon y Viserys.
Yo me quedé viéndolos hasta que sus manchas desaparecieron el horizonte y luego volví a dormir otro rato con Elina. Cuando desperté entrené un poco con Rickon y luego fuimos por algo de comer a las cocinas.
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Blacksun | House Of The Dragon (En Edición)
FanfictionLos Targaryen dominaron todo Poniente bajo la idea de ser los últimos jinetes de dragón. En su ignorancia creían, al igual que los Velaryon y los Celtigar, ser los últimos vástagos con vida de la Antigua Valyria. No lo eran. De hecho, nunca lo fuer...