Capítulo 14

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Hace un mes regresé de Poniente. No recordaba haber estado tan mal emocionalmente desde que Alden murió. La comida me ha dejado de gustar, sólo como porque debo; si no estoy leyendo algún libro estoy durmiendo para evitar pensar en la guerra Targaryen y en Raleigh. Cada vez que mi madre entra a verme parece menos enojada y más preocupada que la vez anterior. A veces trata de animarme a salir al castillo y que vaya a saludar, hablar con la gente, caminar, despejar mi mente, pero nunca había encontrado las ganas hasta que una mañana entró con paso decidido.

- Ya ha sido suficiente- espetó arrancándome las sábanas de encima-. Arriba.

- Déjame sola, madre- gruñí enterrando la cara en la almohada.

- Levántate. Se te necesita afuera.

- Dile a Troy.

- Troyan tiene sus propios deberes.

- No quiero ir...

- No me importa lo que quieras. Has estado suficiente tiempo aquí encerrada, te van a salir telarañas.

- ¿Y?

- No permitiré que sigas de esta manera- espetó mientras empezaba a caminar por la habitación, recogiendo parte del desorden en el que ahora vivía-. Te fuiste de viaje, conociste gente, tuviste que regresar, ahora los extrañas... es válido sentirse mal, lo entiendo, pero no voy a tolerar que tu vida se convierta en suspiros melancólicos y libros.

- Tú no lo entiendes- repliqué-. Todas las personas que te importan están aquí, puedes protegerlas de cualquier peligro en cualquier momento.

Yo no.

- ¿Crees que pude proteger a Troyan de aquella viruela lunar?- me preguntó-. ¿O pude hacer algo por ti aquella vez que fuiste con Alden a escalar el Pico Negro y te rompiste el brazo?

No dije nada.

- No podemos estar ahí para los que amamos cada segundo de cada día, estrellita- dijo con el tono más amable que había escuchado en días-. Sé que quieres hacer lo que te parece correcto, pero desde esa cama no haces nada por nadie... ni siquiera por ti misma, hija.

•••

A mi llegada tres meses atrás se me había informado que una serie de tormentas habían azotado las islas, pero nunca tuve oportunidad de observar por mi propia cuenta la magnitud el desastre hasta que dejé el castillo y empecé a recorrer el pueblo.

Las decenas de casas destruidas, las cosechas arruinadas, los derrumbes, los árboles y palmeras caídas, los caminos obstruidos. Si ahora que lo veía y estaba tan mal no podía imaginar cómo habían estado al principio.

Cuando mis padres vieron el horror en mi cara sonrieron.

- Nos parece que tienes bastante por hacer.

•••

Con el paso del tiempo todo se volvió más llevadero. Los días rapidamente se hacían semanas y las semanas se hicieron meses. Seis para ser exactos. De día trataba de ocuparme, iba con mi madre o mi padre y les colaboraba en cualquier cosa que necesitasen (reuniones, visitas, inspecciones de progreso de obras) o en su defecto iba al pueblo, y aunque de noche siguiera pensando en lo que pasaba en Poniente (sobretodo con Rals), eventualmente eso también se volvió más fácil.

Hasta anoche.

No era un sueño como cualquier otro, este se sentía diferente, tan real que ni siquiera pensé que estuviera soñando en un principio. No tenía un cuerpo pero me movía, no tenía ojos pero podía ver.

Desde algún punto podía ver a Lucerys Velaryon y a su dragón Arrax, nerviosos, huyendo de un castillo en plena tormenta. Una gigantesca sombra los seguía.

Blacksun | House Of The Dragon (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora