Capítulo 36

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Aemond miraba por mi ventana con una tranquilidad desesperante. ¿Cómo podía estar tan calmado? ¿Acaso habría aceptado su inminente muerte a manos de mi madre cuando se enterara de lo que pasó?

La determinación que tenía para encontrar a Alys me resultaba tan admirable como ridícula. Estaba poniéndose en un riesgo tremendo solo para enterarse de que estaba muerta, porque se iba a enterar, de eso estaba segura, mi madre se lo iba a decir.

– ¿Podrías, por favor, dejar de mover la pierna con esa insistencia?– me preguntó mirándome por sobre el hombro.

Yo me detuve y me acomodé en la silla, cruzando las piernas y los brazos.

– Estoy nerviosa, es mi manera más sutil de expresarlo.

La no tan sutil sería ahorcarlo.

– ¿Temes que tu madre vea algo de lo que no quieres que me entere?

– ¿Nunca te cansas de pensar que el mundo gira alrededor de ti, verdad?– lo miré con rabia–. Temo que mi familia tome represalias contra ustedes, que eche por la borda el armisticio y me haga regresar a casa sin dejarme volver nunca más. Todo lo que hice, todo el tiempo que esperé habrá sido en vano por culpa de ustedes dos...

– Ya te pedí disculpas.

– Eso no es suficiente.

– ¿Qué más quieres de mí? Te ofrecí lo que quisieras y ni siquiera así accediste a ayudarme, fue tu hermana la que intervino.

– ¡Lo que quiero es que te olvides de tratar de encontrarla tan desesperadamente! Es una bruja, debe saber cómo protegerse sola.

– Es mi prometida y está perdida por culpa tuya.

Aemond pareció caer en cuenta de lo que había dicho y cerró los ojos a sabiendas de lo que venía.

– ¿Mi culpa?– exclamé, histérica–. ¿Fue mi culpa ser atacada por ustedes? ¿Fue mi culpa que Raleigh casi muriera? ¿Fue mi culpa querer verla lejos después de eso? ¿Fue mi culpa que tus ineptos guardias la perdieran? ¿¡De verdad me vas a culpar a mí!?

Puede que no supiera muy bien lo que quería ser en la vida, pero debía considerar actriz entre las posibles opciones.

– No pretendía...

– ¿Sabes qué, Aemond? Cállate mejor.

Aparté la vista y empecé a mover la pierna nuevamente.

– Te propongo algo– caminó hacia mí y no pude evitar tensarme. Él lo notó también, por eso se detuvo a una distancia prudente–. Pídeme algo, lo que tú quieras y a cambio prométeme que olvidarás...

– ¿¡Olvidar!?

– Bien, prométeme que perdonarás lo que hicimos Alys y yo y te daré lo que desees.

– Deseo que dejes a mi familia fuera de todo esto y que busques a Alys como una persona normal.

– Lamento decepcionarte, pero tus deseos no están por encima del bienestar de ella. Ella es lo que más me importa en el mundo y necesito saber dónde está.

Me seguía resultando increíble que Aemond quisiera tanto a alguien que no fuera él mismo.

Supongo que incluso los monstruos pueden amar.

Yo lo hago.

Incluso la misma Alys lo hizo.

Cuando llamaron a la puerta no me molesté en ocultar mi amargura.

Mis padres entraron con Troy detrás.

– Hola, estrellita– me saludó padre dándome un beso en la cabeza antes de mirar a Aemond con un rotundo desprecio disfrazado de cortesía–. Príncipe.

Blacksun | House Of The Dragon (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora