Capítulo 23

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Cuando el aire me secó las lágrimas y los ojos ahora secos me empezaron a arder por el frío y la velocidad me limité a pensar en formas de torturar a Aemond en caso de que le hiciera algo a Rals. Las opciones iban desde la mutilación hasta ser hervido vivo.

Lamenté pensar en ese tipo de cosas mientras volaba con Daeron en tan bonita noche. Sobre nosotros las estrellas y la brillante luna nos seguían. Miré la constelación del arquero que en pocas semanas se vería en su totalidad y suspiré con tristeza antes de cerrar los ojos.

- Estamos llegando- me informó en lo que parecieron minutos después.

Abrí los ojos y miré abajo antes de indicarle que descendiera sobre la playa del castillo. Cuando lo hizo Jacaerys estaba ahí. Verlo me sacó una sonrisa y de inmediato sentí que todo estaba bien de nuevo.

Jace. Jace. Jace. Jace.

Corrí hacia él y dejé a Daeron tirado.

- ¿Qué pasó? ¿Por qué tardaste tanto?- sostuvo mis brazos y me miró preocupado-. ¿Dónde está Raleigh?

- Ellos lo tienen.

- ¿¡Qué!?- explotó antes de mirar a Daeron con furia.

- No, no es así, me expliqué mal- me apresuré a aclarar ante la mirada enloquecida que tenía-. Necesito hablar con la reina.

- ¿Ahora?

- Ahora.

Cuando el príncipe Daeron se puso a mi lado Jace ya no parecía querer arrancarle la cabeza de los hombros... tanto.

- Ha pasado mucho, sobrino- sonrió el príncipe.

Jace asintió.

- Así es- abrió la boca para continuar y yo lo interrumpí.

- Te prometo que explicaré todo cuando hable con tu madre.

- Bien, vamos.

Entonces lo recordé.

- ¿Y Luke y Joff?

- Regresaron durante la cena- contestó a lo que yo exhalé aliviada-. Dorne aceptó.

- ¡Qué bien!- exclamé.

Jace nos guió al castillo en silencio, pero no pude evitar notar como cada vez que hablaba con Daeron se acercaba más a mí, por lo que para fastidiarlo le seguí hablando y en un momento fingí tropezarme sólo para que él, que era el que más cerca estaba, me atrapara en brazos.

- Ay, qué torpe- murmuré apenada.

- ¿Está bien?- me preguntó Daeron examinándome concienzudamente.

- Sí, sí, seguro no fue una piedra que no vi.

Jace, frente a nosotros, permanecía serio con la mandíbula apretada viendo a su tío sostenerme.

Segundos después mientras subíamos a la torre de Maegor se acercó y me susurró:

- Sé que lo hiciste a propósito.

- ¿Qué cosa?- sonreí.

Cuando los soñolientos Rhaenyra y Daemon nos recibieron sus expresiones pasaron del interés a la sorpresa en el instante que vieron a nuestro acompañante.

- ¿Daeron?- susurró ella, perpleja.

- Hola, hermana.

Les expliqué todo y los tres escucharon en silencio.

- ¿Regalaste a Dreamfyre sin consultarnos siquiera?- exclamó Daemon.

- Dreamfyre es de Helaena.

- Sí, a quien se llevaron.

Blacksun | House Of The Dragon (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora