Capítulo 16

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Tres meses habían pasado desde que Raleigh regresó y Troy me reveló los extraños sueños que tenía con una misteriosa mujer. Tres meses en los que lo único que había hecho era confirmar lo que ya sabía acerca de la falta de nuevas visiones (pasadas, presentes o futuras) de Troy. Según el libro de "Sueños Ocultos en el Fuego" de Doryan Solclaro, uno de los primeros nativos en dominar la piromancia junto a los antiguos Blacksun, lo que Troy estaba atravesando era un "Bloqueo de visibilidad" que la llevaría eventualmente a una de las visiones más importantes, sino es que la más importante de su vida entera.

– ¿Cuánto duran estos bloqueos?– me preguntó una noche.

– No hay muchos reportes de este tipo de casos, pero los que hay dicen que los periodos de duración pueden ir entre algunas semanas a décadas.

– ¿¡Décadas!?– abrió los ojos con horror y me sacudió por los hombros–. No puedo aguantar décadas sin respuestas. Esa perra me va a quitar toda mi paz, hermana.

Al mes siguiente tuve un gran descubrimiento frente a las llamas: una visión del pasado. Y no de cualquier persona, sino que nada más y nada menos que de Aenyra Blacksun, una de nuestras bisabuelas maternas, quien había sido la última persona reportada en las Islas Cienfuegos con un bloqueo de visibilidad. Ella era única entre todos los Blacksun, pues era capaz de sentarse frente al fuego y ver a través de las llamas hacia el pasado y el presente a su antojo, el futuro evitaba conocerlo, creía que lo desconocido debía permanecer así. Era increíble hasta que no lo fue más. Todo se acabó de la noche a la mañana y lo único que le quedó fue el presente, el suyo.

A diferencia de Troy que tenía sueños recurrentes con la misma persona, nuestra bisabuela entraba en una especie de trance donde dibujaba extraños símbolos y murmuraba cosas en una lengua desconocida. Y un día simplemente montó a su dragón, una hembra color crema llamada Maesys, y se fue abandonando a su esposo y a su hija, una niña que décadas después sería mi abuela.

Nadie volvió a ver a Aenyra y su dragona, ni en persona ni en las llamas. Era como si hubiera desaparecido de la faz de la tierra.

Sus garabatos eran interesantes, aunque algo raros. En ellos las únicas palabras escritas en alto valyrio eran: "De mi sangre viene el Príncipe que fue prometido y suya será la Canción de Hielo y Fuego". Fruncí el ceño al leerlo y luego pasé a la siguiente hoja que estaba rota. En esta también había escrito algo: "De mi sangre vienen tres soles. Uno será tan brillante que le devolverá la vista al ciego. Otro iluminará la más oscura de las noches. El último..."

Y ahí se cortaba la hoja.

¿Por qué todo en esta familia siempre tenía que ser tan subjetivo? ¿Nadie podía dar detalles específicos? Detalles importantes como el quién, dónde, cuándo... no esa basura y que tres soles...

Aparté el diario con cierto fastidio y descarté toda esa información. No entendía qué tenía que ver el bloqueo de Aenyra con el de Troy, por un momento pensé que era algo hereditario y que sería como una advertencia de que eventualmente a mí me pasaría lo mismo, pero ese pensamiento también lo deseché.

– ¿Nada todavía?– me preguntó Eira en voz baja.

– Nada. ¡Nada sirve aquí!– exclamé, frustrada.

La pequeña bibliotecaria, una chica de diecisiete años llamada Eira Tana, se dio la vuelta y regresó segundos después con una bandeja en manos.

– ¿Te gustaría algo de té?– me sonrió amablemente.

Pese a que estaba cansada, enojada, fastidiada y quería lanzar la bandeja con todo y pocillos por la ventana, le dije que sí a Eira.

Ella se sentó frente a mí y empezó a servir con toda la calma del mundo.

Blacksun | House Of The Dragon (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora