Extra · Thursday

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El jueves es posiblemente el día más aburrido de la semana. No hay el clásico estrés del lunes, el desanimo del martes, la esperanza del miércoles, el placer del viernes o la satisfacción del sábado y domingo.

Jueves es solo jueves, un día para nada memorable. Así se sentía Honeymaren. Como una presencia sin importancia en la vida de Elsa, la reina de Arendelle, guardiana de todo el bosque encantado, la personificación del quinto espíritu. ¿Y quién era ella en comparación? Una muchacha que no tenía la suficiente experiencia en el mundo salvaje para considerarse una verdadera guerrera.

Cuando se conocieron, Honeymaren fue una persona amable con Elsa y sus acompañantes, se sintió agradecida de que finalmente el muro de niebla que rodeaba el bosque se había disuelto, pero se sentía aún más agradecida de encontrar una amiga, sin embargo cuando se percató de que sus sentimientos habían cambiado sus noches se hicieron más largas. Cada pensamiento suyo era sobre Elsa; cómo sus ojos azules eran tan brillantes y profundos como el mar, su sonrisa tan inocente que la hacía enternecer, sus pecas casi imperceptibles de las mejillas y hombros.

Por otra parte, Elsa se encontraba en una situación similar. Ella no era una persona de contacto físico, no por que no quisiera sino porque sus poderes se manifestaban de manera involuntaria y a veces cuando tocaba a una persona llegaba a congelarla. Situaciones bochornosas que prefería evitar, pero ¡Diablos! Anhelaba tocar a Honeymaren. Deseaba darle la mano, darle un abrazo e incluso atreverse a darle un beso, por desgracia debía contenerse, ni siquiera sabía si el objeto de sus mayores deseos se sentía interesada en ella del mismo modo.

Elsa podía recordar con especial cariño la primera vez que tomo la mano de Honeymaren después de limar algunas asperezas con la tribu de los Northuldras. La pudo sentir sin temer que algo malo sucediera, la calidez que recorría su cuerpo directo desde el corazón, si pudiera congelar el tiempo se habría quedado para siempre en ese momento de pura fascinación, emoción y paz, pero en cambio ahí estaba: sola y triste.

Los fines de semana que visitaba a Anna se habían vuelto insípidos. Las locas aventuras no se sentían igual, hasta los juegos con Olaf habían perdido algo especial. En ese tiempo Elsa solo podía imaginar cómo sería pasar un fin de semana completo en el bosque, la clase de maravillas que se perdía por trabajar todo el día, al menos Honeymaren conocía la dicha de tener un descanso de vez en cuando.

Para dos corazones que no pueden sincerarse, el tiempo es el peor enemigo. Cada minuto parece una eternidad y es una tortura esperar reencontrarse con el ser amado, así que cuando amaneció el lunes y ambas mujeres se volvieron a ver, ninguna pudo ocultar lo felices que estaban, pero lo máximo que pudieron expresar fue un: "Hola, ¿buen fin de semana?" "Sí, fue divertido. Te veo luego" "Vale, nos vemos". Lunes, Martes y Miércoles fueron básicamente la misma conversación con unas pocas variaciones, lo divertido comenzó cuando el jueves en la tarde Elsa decidió no seguirse privando de lo que anhelaba. Tomó todo el valor que pudo acumular en una tarde de motivación con el resto de los espíritus. Robó un ramo de flores provenientes del bosque, cambio su vestido, se peino y se perfumó. Ese día para bien o para mal confesaría lo que sentía para liberarse de la presión que la asfixiaba.

— Honeymaren ¿Tienes tiempo para... Hablar conmigo? —la voluntad de Elsa flaqueó. El jueves era el día de la semana en que los Northuldras preferían tomarse un descanso. así que Honeymaren definitivamente tenía tiempo para charlar, la verdadera pregunta era: ¿quería?

La muchacha se levanto del suelo y se limpio la tierra. Se le veía sorprendida, también avergonzada. En ningún momento esperó que Elsa se le acercará de esa forma tan sigilosa, mucho menos con un ramo de flores escondido en su espalda.

— Claro ¿Qué pasa?

Sus mejillas se tiñeron de un tenue rosado, para evitar que los nervios la traicionaran, mostró el ramo de flores y cerró los ojos. Siguió hablando como si de un recital se tratara.

— Yo he desarrollado un tipo especial de sentimiento... Por ti.

Las palabras rasparon su garganta como espinas y comenzó a temblar. Siendo reina no se podía permitir que la vieran así. Debía verse como alguien segura, valiente y audaz, pero aunque si tuviera esas cualidades cuando se trataba de una peligrosa misión para salvar su reino y su familia, cualquier pizca de valor desapareció en cuanto Honeymaren le respondió.

— ¿Lo dices en serio? —susurró como si se tratará de un sueño o peor, una ilusión que aparecía solo para derribarla con la realidad, sin embargo no era un sueño y eso alimentaba la esperanza de la morena.

Elsa cubrió su boca con la palma de su mano, murmurando algo indistinguible.

— ¿Qué dices?

— Yo... Sí, estoy hablando en serio. Lo siento, no debería molestarte con eso - sintiéndose ridícula, Elsa se dispuso a retirarse, ella no esperaba que Honeymaren la tomara de la mano para retenerla. Se miraron a los ojos un solo instante antes de apartar la vista un poco avergonzadas por la cercanía de sus cuerpos.

— No me molestas —admitió ahora sintiendo que ella misma era la ridícula —. Es que yo también tengo un sentimiento especial... Por ti.

Elsa se giró para quedar frente a frente con Honeymaren. En ningún momento separaron sus manos de la otra.

— Hmm... Mira, yo soy muy nueva en esto y me da miedo arruinarlo, pero no sé que hacer ahora —declaró Elsa evitando el contacto visual.

— Somos dos entonces —Honeymaren se acercó más para abrazarla. Un abrazo era de los pocos gestos que Elsa podía aceptar sin temor a dañar a alguien con sus poderes, además que le gustaba demasiado la sensación para rechazar uno —¿Te gustaría que mañana nos veamos en el río y charlemos un poco?

—¿No puede ser ahora y mañana pasear o algo así?

La morena sonrió.

— Claro, puede ser ahora.

Elsamaren • One-shots (songfics)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora