Extra · Sustos

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Las reinas de Arendelle no eran fáciles de asustar.

Ambas habían crecido enfrentándose a temibles criaturas de pesadilla, sus propias pesadillas, a las expectativas del pueblo sobre ellas. Cualquier cosa que fuera considerada atemorizante ellas lo tenían bajo control. Honeymaren decidió convertirlo en un reto y se propuso asustar a Elsa como diera lugar.

Cuando se lo comentó a Kristoff; el novio de Anna, él no lo pensó dos veces antes de unirse a la broma. El rubio sabía que las hermanas tenían debilidades, pero no conocía el modo de explotarlas. Al principio fueron bromas simples y tontas, como arañas falsas en la cama (una tontería para alguien que había peleado a puño limpio con un lobo hecho de oscuridad salido de tus peores pesadillas).

Honeymaren intentó poner trampas ruidosas en los lugares más oscuros del bosque donde Elsa paseaba para que muñecos mal hechos la espantaran apareciendo de la nada (nada interesante para alguien con una hermana hiperactiva que la despertaba a media noche con toda una orquesta en la oreja) En poco tiempo, Honeymaren y Kristoff estaban a punto de rendirse hasta que se les ocurrió una última idea. Un día de campamento. Organizarían un campamento tan aterrador que ninguna de las hermanas tendría el valor de dormir sola por un mes. Ambos se prepararon e incluso planearon un guion impecable, incluso Kristoff consideró venderlo al mejor teatro.

Una vez todo listo, le avisaron a las hermanas que prepararon un campamento "romántico" para convencerlas de ir al otro lado del bosque. La parte más oscura y solitaria. Elsa y Anna ya se imaginaban que se trataba de una trampa, aún así accedieron solo para lucirse con sus nervios de acero.

Una vez ahí en el bosque, resultó que el campamento en realidad sería en una diminuta isla no muy lejos de la orilla de la playa. Ambas continuaron, no le temían a pasar el fin de semana en una isla oscura que ni siquiera se apartaba mucho de Northuldra. Cuando llegaron por la tarde, la mayor parte del campamento ya estaba montado y preparado. Había dos tiendas de campaña lo suficientemente alejadas la una de la otra por si la noche se volvía "ardiente" en palabras de Kristoff.

También había dos troncos de árbol en la arena de la playa al lado del muelle improvisado que construyó Honeymaren, en el centro una fogata preparada para cuando anocheciera. Elsa y Anna debían reconocerlo, Kristoff y Honeymaren se habían esforzado en preparar el ambiente perfecto para una cita romántica, incluso se les olvidó por un minuto que el propósito de todo eso era jugarles una broma de susto.

El cielo estrellado y la luna llena se presentaron sobre ellos. Honeymaren encendió la fogata y sacó de su bolsa lo que había cazado esa mañana. Kristoff sacó su guitarra y tocó algunos acordes para afinar las cuerdas.

—Hay que reconocer su dedicación —susurró Anna en el oído de Elsa y ambas rieron.

—Concéntrate —respondió yendo a sentarse junto a Honeymaren. Anna se acomodó al lado de Kristoff.

—Honey y yo pensábamos en lo afortunados que fuimos al conocerlas. Lo agradecidos que estamos de su amor, así que decidimos planear un fin de semana solo para nosotros. Incluso escribí una canción.

Las hermanas se miraron un instante y dejaron que la noche continuara. Kristoff tocó una canción y cantó suavemente. Anna inclinó la cabeza sobre su hombro y Elsa se acurrucó en el pecho de Honeymaren. Los grillos acompañaron la melodía junto a las olas que golpeaban contra las rocas.

Cuando Kristoff acabó de cantar, Anna le dio un beso en la mejilla y se levantó.

—¿Elsa, me acompañas un momento? Tengo que hablarte a solas.

—Claro, ya voy —también se levantó y le dio un fugaz beso en los labios a Honeymaren. Ambas hermanas entraron a la parte frondosa de la isla, que realmente solo consistía en algunos árboles y arbustos muy juntos entre sí.

Elsamaren • One-shots (songfics)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora