Extra · Snow on the beach

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Anhelar algo que no puedes tener es horrible, pero si fuera tuyo ¿Cómo sería? ¿Podrías cuidarlo cómo merece? ¿Tendrías tanto miedo que no podrías aceptarlo? Elsa se sentía perdida. Amor ¿Qué era en realidad? Elsa siempre había escuchado de amor, pero no lo entendía del todo. Podía a amar a su familia, a sus amigos, pero tener una pareja era tan lejano para ella... Siempre vivió con el miedo de lastimar a las personas cercanas a ella, se negó a conocer a tantas personas para evitar herirlos si sus sentimientos se desbordaban. Con el tiempo aprendió a controlar sus temores, pero ahora sentía algo más fuerte latiendo desde su pecho y le aterraba echarlo a perder. Jamás había amado a alguien de forma tan especial ¿Qué debía hacer? Imagino que lo mejor era actuar natural, igual que siempre lo hizo antes de descubrir los nuevos sentimientos dentro de su corazón, pero ese plan fracaso en el instante cuando vio los tiernos ojos avellana que la tenían soñando despierta. 

Toda voluntad de confesar sus sentimientos se esfumaron y decidió continuar lidiando con sus emociones por su cuenta. Cuando anocheció solo pudo mirar hacia la luna, brillante y hermosa. Claramente la luna había sido la mejor amiga de muchas personas. Para Elsa cuando decidió encerrarse en su habitación para no lastimar a nadie; para Anna cuando perdió a la persona más importante de su vida por un accidente; para los Northuldras desde que el muro de niebla se alzó sobre ellos y lo único que podían ver era el cielo nocturno. La luna había estado presente en la vida de todos.

—¿Tú que opinas, Gale? —murmuró Elsa hablando con la nada esperando el espíritu del viento la escuchará. Se apoyó de espaldas contra un árbol y cerró los ojos antes de soltar un suspiro y recordar a Honeymaren. Sus ojos brillantes, sonrisa encantadora y la manera burlona en la que aveces le hablaba.

Elsa tenía miedo. Honeymaren la hacía feliz y ese era el problema. Siempre que creía ser feliz y lograr encontrar la paz en su vida, algo mágico y catastrófico le recordaba que ese no era su destino. Odiaba ese sentimiento. Estar tan cerca de la plenitud y aún así no alcanzarla. Gale hizo acto de presencia revolviendo su cabello mientras silbaba.

—¿Debería olvidarlo antes de que algo malo pase? —no podía recibir una respuesta clara, pero supo interpretar las señales de Gale. "Es muy pronto para creer eso". Bien, era cierto, pero ya le había pasado muchas veces antes. Cuando creyó que era buena hermana mayor y ¡zas! Anna casi muere congelada. Cuando creyó alcanzar la libertad y de nuevo ¡Anna casi muere! O cómo cuando pensó que era una reina decente y accidentalmente casi destroza el reino invocando a los cuatro espíritus vengativos del bosque encantado ¿qué pasaría ahora que amaba a Honeymaren? Su vista giró de nuevo al cielo, observó el cielo nocturno repleto de puntos brillantes y anhelo vivir su sueño.

Pasaron un par de días y se presentó un fenómeno poco usual de la temporada. Las auroras boreales. Para varios en la tribu era el primer espectáculo del cielo que presenciaban en sus vidas, incluida Honeymaren. Elsa la acompaño a la montaña más alta que encontraron para ver el show, Honeymaren parecía tan emocionada que Elsa no pudo evitar sonreír como una tonta cuando la tuvo en frente de ella. El cielo se veía hermoso, pero no lo era más que Honeymaren. La morena giró y miró a Elsa como si se estuviera burlando de ella.

—¡Eh! ¿Qué tengo?

—Luces adorable —admitió con una suave risa —. Además, te ves más bonita de lo usual.

Honeymaren se sonrojo y sus ojos se posaron un instante sobre los labios carmín de Elsa. Reprimió sus ganas de probarlos, simplemente regresó su mirada hacía el cielo para presenciar la aurora boreal. Elsa se percató de ese pequeño gesto y todo su cuerpo se puso rígido. Sintió que incluso su garganta se cerraba. Tal vez era una oportunidad para confesarse, pero si había malentendido la situación, su amistad con Honeymaren se extinguiría. "Sé paciente, ten calma", se repitió un millón de veces dentro de sí misma. Honeymaren comenzó a dudar de ella misma. Se puso ansiosa, en verdad deseaba que Elsa sintiera lo mismo que ella, pero era tan reservada en tantos aspectos que no sabía interpretar las interacciones que tenían juntas. ¡Al diablo! pensó tomando el coraje para sostenerla de la mano y acercarse a ella. Sin pensar un segundo más, se inclinó con determinación por primera vez probó los labios de Elsa. Una suave capa de nieve cayó sobre ambas, el rostro pálido de la ojiazul se tiñó un sobresaliente tono escarlata que escalaba desde sus mejillas.

—¿S-sabes? Si lo hubieras hecho antes no estaría así de nerviosa —balbuceó Elsa incapaz de controlar la lluvia de nieve que ahora cubría la copa de los árboles del bosque. Honeymaren miró con ternura la manera en qué Elsa trataba de cubrir su sonrojo escondiendo su rostro entre sus manos.

—No sabía que querías que lo hiciera.

—Llevó semanas tratando de llamar tu atención, pero creo que no soy buena para eso.

—¿Qué? —se rio —. Elsa, llamaste mi atención desde que nos conocimos. Es imposible que no atraigas a cualquiera.

La mayor no sabía que más decir, pero agradecía que la tormenta se estuviera deteniendo. Honeymaren tomó ambas manos de Elsa y las estrechó contra su pecho.

—Yo... Me da miedo que algo malo pase ahora.

—¿Por qué pasaría algo malo?

—No lo sé, es solo un presentimiento.

— Sea lo que sea, no va suceder, y si lo hace, lo enfrentaremos juntas ¿bien?

Elsa la miró directo a los ojos y miró que en sus ojos se reflejaba todo lo que sentía. Elsa aún tenía miedo de no ser digna o perder algo que amaba, pero estaba dispuesta a tomar el riesgo por Honeymaren.

—Bien.

La tormenta cesó por completo, seguían con los dedos de sus manos entrelazados, sus cabezas apoyadas contra la otra y mirando al cielo. 

Elsamaren • One-shots (songfics)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora