Extra · Mala suerte

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Honeymaren acostumbraba dar pequeños paseos por las mañanas antes de comenzar a trabajar, ese día no fue la excepción. Caminó siguiendo el sendero de hierba aplastada hasta que escuchó una exclamación que la hizo saltar.

— ¡Carajo! —la voz gritó entre dientes para tratar de no sonar tan fuerte.

Honeymaren podía reconocer esa voz donde sea. Quedó paralizada un minuto pensando que se había confundido, pero no fue así. Elsa maldijo. No sabía si debía regañarla, reírse o algo más. Era la primera vez que escuchaba palabras tan vulgares salir de los labios de alguien tan refinada como ella.

— ¿Con esa boca me besas? —termino por reírse. Elsa parecía apenas darse cuenta de que no estaba sola.

— Perdóname por lo que escuchaste —suplicó Elsa volviendo a cobrar su postura recta y educada.

—¿Todo bien?

— Sí, solo que tiré mi canasta y caí sobre ella, ahora mi vestido esta cubierto de jalea de frutas.

— Ten más cuidado, princesa —Honeymaren se acercó a Elsa para darle un beso en la comisura de los labios, pero Elsa dio un brinco hacía atrás y contuvo otra maldición.

— ¡Demonios! —una pequeña abeja se posó sobre su mano izquierda y decidió picarla —. ¿Qué te hice para que decidieras vengarte? —se quitó la abeja de la mano y Honeymaren le ayudó a quitarse el aguijón. Toda su mano se puso roja y se hinchó —. Este día es un completo asco.

Honeymaren miró como Elsa agachaba la cabeza y sus ojos se cristalizaban.

— Primero Bruni tuvo una pesadilla o algo así e incendió la habitación quemando mis libros. Después me caí mientras iba a ver a los gigantes de piedra y rodé por el fango toda la colina, intente bañarme y estornude congelando todo el lago ¡conmigo dentro! Luego me caí aquí y manche otra vez mi vestido y ahora una abeja me picó.

— Ha sido un día muy... Desafortunado.

— Ya lo sé...

— Creo que la maldición de Taka te alcanzó hoy.

— ¿La qué?

— Nosotros tenemos la creencia de que hubo una vez una mujer llamada Taka que siempre tenía mala suerte. Todas las cosas malas o ridículas le pasaban a ella y toda su gente se burlaba de todas sus desgracias, entonces ella consiguió que una bruja le ayudara a vengarse. Al día siguiente su vida estaba colmada de bendiciones y fortuna, pero el resto de su tribu vivió en desdicha hasta que se arrastraron para pedirle perdón. Sin embargo la bruja le advirtió que su maldición era inquebrantable, así que llegó a un nuevo acuerdo con la bruja. Un día al año, una persona de la tribu sufriría todos los infortunios posibles.

— ¿Hablan en serio?

— El año pasado la maldición cayó en Yelena, el antepasado fue el teniente Mattias, este año fue tu turno. ¡Felicidades, a ojos de la tribu ya eres una de nosotros!

— ¿Significa que todo el día me pasarán cosas malas?

— No precisamente cosas malas, pero sí tendrás mucha mala suerte. Intenta no hacer apuestas hoy.

— Es ridículo, no hay manera de que una maldición así exista —en ese momento, cayó en el hombro de Elsa excremento de pájaro —. Muy bien, tal vez la maldición existe —un panal de abejas cayó desde las ramas de un árbol y ambas comenzaron a correr, aunque Elsa se llevó otros dos piquetes.

— Tranquila, la maldición solo dura hasta la media noche, cuando sea mañana todo volverá a la normalidad.

— Tengo miedo de no sobrevivir hasta mañana.

Elsamaren • One-shots (songfics)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora