Extra · Frío

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No es que Elsa molestara a Honeymaren, mas bien eran sus poderes. Honeymaren reconocía que Elsa se lo había advertido cuando iniciaron su relación pocos años atrás, en ese entonces, la morena le aseguró que sus poderes eran hermosos y que no le importaba tener que lidiar con ello. Ahora, consideraba que eran algo fastidiosos. Le seguían pareciendo maravillosos, pero lo que al principio eran accidentes divertidos se habían convertido en problemas habituales. Un suave toque de manos que siempre estaban frías, besos que le congelaban la lengua, incluso un mal día significaba una tormenta. Honeymaren buscaba la manera de confesar estos disgustos de alguna forma sin herir los sentimientos de Elsa, no porque le importará la tormenta que seguro se vendría encima, sino que conocía que el tema de los poderes de hielo era algo sensible para Elsa. Sentirse como un monstruo, un estorbo, cargar una década de culpa por haber nacido con habilidades que nadie más tenía.

Cuando comenzaron a vivir juntas, Honeymaren no prestó mucha atención a los comentarios de Elsa sobre las desventajas de tener poderes mágicos y al mismo tiempo, una pareja. Dormir juntas siempre la hacía temblar en la madrugada, su aliento se congelaba si Elsa estaba en el mismo cuarto que ella y así varios ejemplos.

Considero guardarlo para sí misma un tiempo, cuando los pequeños accidentes sucedían, contenía un jadeo de molestia y evitaba girar los ojos. Elsa no se daba cuenta y eso era un alivio, pero a veces solo se necesita tener un mal día para cometer un error y herir a quienes amas. Honeymaren despertó y tuvo que realizar doble trabajo porque su hermano; Ryder, se había resfriado. Yelena la presionó para terminar temprano, pues era su turno de preparar el campamento para la próxima excursión por el bosque, además, no había dormido bien. Elsa podía manifestar sus sueños con ilusiones de nieve a su alrededor, nada problemático cuando eran buenos sueños, pero una nevada caía si se trataba de una pesadilla. Estaba cansada y estresada, así que cuando Elsa llegó a entregarle el almuerzo, no pudo evitar explotar.

— Ya te traje la comida ¿quieres que te ayude mientras almuerzas?

—Preferiría que me dejes dormir. Deja el plato en el tronco, estoy ocupada.

—¿Qué te deje dormir? ¿Sucedió algo mientras...?

—¡Volvió a nevar, Elsa! ¡Siempre nieva! ¡Todas las noches hay una maldita nevada sobre mí, no te puedo sujetar de la mano sin que me arda por el frío y ni besarte sin que me hagas tiritar! —exclamó en un quejido.

Elsa la miró sorprendida. Asintió con la cabeza y dejó el plato en el tronco. Honeymaren se arrepintió un instante después, pero continuo con el trabajo.

Cuando anocheció y regreso a su hogar con Elsa, la observó leyendo. Al toparse en la sala de su cabaña, la ojiazul regresó la mirada a su lectura.

—¿Ya estás mejor?

—Yo en serio lamento lo que te dije en el bosque, no pretendía decirlo de esa manera.

—Esta bien, no estoy enojada contigo —confirmó Elsa.

—¿De verdad?

— Lo juro —levantó la mano en señal de juramento.

—¿Te veo en la cama entonces?

—Voy a terminar el libro primero —Honeymaren se había sentido aliviada con el juramento de Elsa, pero al despertar en la mañana, no encontró a Elsa a su lado como de costumbre. Se levantó para buscarla y la encontró en sillón de la sala, con pequeños montículos de nieve a los lados y sobre ella. El libro estaba en la repisa acomodado con los demás. Quiso creer que su lectura finalizó tan tarde que prefirió dormir en la sala, pero otra parte de ella creyó que la había herido más de lo que pensó.

Elsamaren • One-shots (songfics)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora