21.

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—¿Dónde está?

Me detengo en medio de la sala de espera, Daniela se pone de pie luciendo avergonzada.

—Karol, lo siento. Esto pasó por mi culpa.

—No, fue mi culpa. No debí decir nada. —se lamenta Ágata, les miro a ambas.

—¿Saben qué espero? Que ustedes dos dejen de ser unas malditas chismosas y entrometidas. —suelto ya bastante furiosa.— ¿Dónde están?

Daniela señala hacia el pasillo, maldigo comenzando a caminar por donde me ha señalado.

Esto es mi culpa por confiar en la chismosa de Daniela.

Me detengo frente a la puerta azul cuando veo a través de la ventana, notando que Ruggero y Benjamín están sentados frente al escritorio que ahora mismo nadie ocupa. Relamo mis labios mirando a todos lados.

¿Debería entrar? Claro que debería...

Abro la puerta y entro a la oficina mirándolos a ambos con ya bastante molestia acumulada. Sé que Ruggero lo hizo con una buena intención.

Pero, mierda, nadie le manda a meterse en un asunto que no es el suyo. Perfectamente pudo haberme dejado en paz.

Idiota. Terco. Necio.

Ni siquiera sé cómo llamarle.

—Karol, explícame por qué este idiota...

—¿Estás bien? —interrumpo su queja. Asiente.— David... David dijo que te estaban llevando al hospital.

—Y salí para poner la denuncia. —explica haciendo que asienta entendiendo su presencia en el lugar.— ¿Qué tienes tú con él?

—Nada. —niego de inmediato.— No tengo nada con nadie, y me alegra que estés bien. No habría soportado el que este idiota vaya a la cárcel por matar a otro idiota.

Me acerco a Ruggero tomando su rostro entre mis manos.

—¿Por qué te metes en donde no te llaman?

—No te importa y no me arrepiento. —es su sencilla respuesta. Relamo mis labios soltando un suspiro.

—Tienes razón, no me importa. 

Quiero gritarle que entonces no se debió meter pero me reservo mis comentarios para mí misma. Yo solo quería saber si Benjamín seguía vivo o a Ruggero se le pasó la mano.

Pero tomando en cuenta el aspecto de Benja, decir que se le pasó la mano es poco.

Pero da igual, Ruggero básicamente me excluyó de mi propio problema. Yo me largo.

—No te atrevas a buscarme, y ya deja de llamar. —le digo a Benjamín antes de salir de la oficina.

La voz de Valentina me detiene cuando voy camino a la salida. Le miro soltando un suspiro en el proceso.

—¿Qué pasó? Daniela nos acaba de...

—Daniela es una chismosa de mierda. —le hago saber.— Y yo solo vine a saber si Benjamín seguía vivo, las estupideces de tu amigo me dan igual.

—Pues te recuerdo que el estúpido de mi amigo te defendió.

—Y nadie se lo pidió. —recuerdo.— Nadie le dijo que meta las narices donde no le llamaban. Y aún así es tan idiota como para excluirme de mi propio problema. Imbécil, eso es lo que es. Y déjale claro que yo no soy una princesa en apuros y que no necesito que me defiendan. Me defendí sola, y sin golpes.

La aparto de mi camino y abandono el lugar con mi teléfono en mano.

Marco el número del agente y espero a que conteste mientras veo el auto de David acercarse.

TÚ, YO Y LA HISTORIA QUE NUNCA SE CONTÓ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora