Nada como llegar tarde a la universidad.
La sensación de estarte perdiendo de algo grande mientras corres por tu vida es una de las mejores cosas que te pueden pasar... Nótese el sarcasmo.
En realidad yo, Karol Sevilla, una preciosidad mexicana de nacimiento e italiana de nacionalidad, ahora mismo me encuentro corriendo como una idiota, con mis cosas en las manos y una mochila probablemente abierta en mi espalda.
Si un jurado me viera, definitivamente clasifico al top 2 en el miss universo.
Es más, gano la corona de lo bonita que me veo.
—¡Cuidado!
Mi grito de advertencia, evidentemente llega tarde para la persona contra la que termino chocando y muy fuerte.
Al menos para mí si que fue fuerte. Me duele el pecho.
—Lo siento, de verdad lo siento. —musito inclinándome a recoger mis cosas.
—¿Te encuentras bien?
Esa voz...
Levanto la mirada sonriendo en el proceso. Él me mira, sonríe también ayudándome a recoger todo lo que tiré.
—Hola.
—Hola. —respondo poniéndome de pie.— Perdón, venía bastante distraída, es que llegó tarde. —explico señalando el pasillo.
—No te preocupes. —le resta importancia.— ¿Conoces la facultad de derecho?
—Si, me queda de camino. —asiento.— Pero es, mira, cruzas estos dos edificios y ahí vas a encontrar la facultad. Tiene letras enormes y todo.
—Muchas gracias...
—Karol. —completo. Me sonríe.
—Gracias, Karol.
—De nada, señor Pasquarelli.
—Ruggero, soy solamente Ruggero.
Asiento sonriente, él comienza a caminar y yo sacudo la cabeza antes de tomar aire y seguir con mi maratón.
Dos minutos después, por fin llego a mi salón. Y por supuesto, me quedo afuera de clase porque está prohibido llegar tarde.
Malditos sean todos.
Maldita Daniela, no me despertó.
Rendida camino hacia la cafetería en donde me pido una botella de agua y una dona porque amo las donas de aquí y las donas en general.
Me siento en el pasto de una de las facultades y reviso mis apuntes para la próxima materia. Ya perdí dos horas de clase, ya ni modo.
Mejor aprovecho y estudio para el examen de la siguiente clase.
Hay que optimizar el tiempo.
—Hola, tú.
Levanto la mirada y ruedo los ojos en el proceso mientras veo a David acercarse con Ruggero hablando por teléfono detrás. Abrazo el libro contra mi pecho.
—Tú ni me hables porque estoy molesta contigo. —le hago saber.— Eres tremendo idiota.
—Pero cuánto amor. —alarga riendo.— ¿Pero qué te hice para que me hables así? No me digas que ya se te pegaron las costumbres de tu amiguita.
—Pues no, fíjate. —miro a sus espaldas.— ¿Por qué el guapo te vino a buscar?
—¿El guapo? —repite burlón. Aprieto los labios.— Porque trabajo para él y necesita que le explique algunas cosas de los últimos documentos que fui a entregar a la notaría.
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TÚ, YO Y LA HISTORIA QUE NUNCA SE CONTÓ.
FanfictionNo llores por lo que se ha ido, ama lo que aún tienes.