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—Prométeme que nunca nadie va a ver estas fotos.

Ruggero se sienta a mi lado y sonrío poniéndome sobre él.

—Si por mi fuera, dejaría que todo el mundo las vea y sepa que tengo al novio más guapo. —dejo besos en sus labios.— Pero no, solo las verá mi profesor.

Asiente, abraza mi cintura y sonrío escondiendo mi rostro en su cuello.

Soy una persona feliz ahora mismo.

Estuvimos toda la mañana tomando las fotos de la primera parte de mí tarea, y ahora solo me faltan las fotos de la naturaleza, pero esas las vamos a tomar más tarde.

Ahora solo quiero dormir un poco.

—¿Estás cansada?

—No, pero me gusta estar así. —admito sin moverme.— ¿Sabes una cosa? Siempre quise tener un novio como en las películas.

—¿Cómo?

—Pues que hacen cosas cursis, que se aman, que cocinan juntos, que se graban... Una relación perfecta. Y tú eres mi relación perfecta. No te vayas nunca.

—Espera, es la primera vez que me dices algo lindo, déjame disfrutarlo.

Me río mientras él busca mis labios y me besa. Sonrío.

Soy feliz ahora mismo, aunque no me guste decir cosas lindas y eso quede en evidencia la mayoría del tiempo.

Soy más de decir cosas de doble sentido y causar que Ruggero se avergüence en el proceso. Es mi lenguaje del amor.

Un muy precioso lenguaje del amor.

—Como me gustas, bonita.

—¿Solo te gusto? —me hago la ofendida antes de mirarle.— No es justo, tu a mi me encantas.

—Sabes que eres mi debilidad, no lo tengo que repetir. —besa mis labios.— Te amo, mi reina.

—Te amo, mi amor. —muerdo su mejilla.— Y, oye... Ya que terminamos de tomar fotos.... ¿Que tal si vamos comer...nos?

Una carcajada brota de sus labios, sonrío inocente mientras me abraza con fuerza.

—¿Ves como sí tienes la capacidad de alterar mi sistema, señorita?

Lo sé.

Y es eso lo que más me gusta de todo.

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Cuento las gotas del jarabe de Niebla, Ruggero sostiene la cuchara con sumo cuidado. Esto de ser padres de un perro enfermo no es del todo fácil y atractivo.

Pero estamos haciendo nuestro mayor esfuerzo por y para nuestro bebé mayor.

Y digo mayor porque evidentemente vamos a tener más.

—Cuando se acabe este gotero, acaba el tratamiento. —musito guardando todo en su lugar mientras le da la medicina a Niebla.— Eso significaría que ya puedo volver a casa.

—Ya estás en casa.

Sonrío, la forma tan desinteresada en que lo ha dicho ha sonado hermosa.

Pero no se trata de eso solamente. Es algo más.

Y por eso solo puedo contener mi sonrisa y acomodar mi cabello antes de mirar por sobre mi hombro. Que sueño tengo.

Quizá por eso estoy escuchando cosas que no están pasando.

—Como decía. —me aclaro la garganta.— Me voy tan pronto el gotero se acabe.

—Que ya estás en casa. —repite poniéndose de pie.— Y lamento tenerte que informar esto a estas alturas, pero estás secuestrada, mi amor.

TÚ, YO Y LA HISTORIA QUE NUNCA SE CONTÓ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora