28.

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He vuelto a Eslovenia...

Las vacaciones en Italia terminaron, ya discutí con mi hermana como veinte veces en lo que nos quedaba de vacaciones, ya me quejé con papá porque sigue sin confiar en Ruggero y ya me hice aliada de mi mamá.

Si, cosas muy locas pasaron.

Muy, muy locas.

Pero en fin... Ahora mismo he vuelto y voy dispuesta a todo.

Es que mi nuevo semestre comienza mañana y mi energía está al máximo.

Aparte no he visto a mi novio en semanas, ya quiero estar con él. Y hasta extraño a David.

Eso es demasiado para cualquiera.

Camino con cuidado por el pasillo, el dolor de cabeza me está matando pero la felicidad de llegar me resulta agradable.

Me deshago de la liga que sujeta mi cabello mientras salgo del ascensor y respondo el saludo de las personas que me ven entrar. Me detengo en la entrada de la oficina, Odile levanta la mirada.

—Señorita. —sonríe.— ¿Necesita hablar con el señor Pasquarelli?

—Si, ¿Está?

—No, pero puede esperarle en su oficina.

—Gracias, Odile.

Camino dentro de la oficina y me siento en su escritorio antes de tomar mi teléfono.

Le envío un mensaje a Daniela avisando que ya estoy aquí pero que no he visto ni a Ruggero, ni a Ágata ni a David.

No sé por qué tiene apuro de ver a David pero no voy a juzgar a mi mejor amiga. Solo voy a ser su mensajera cómo lo prometí.

Espero alrededor de dos horas, y cuando quiero llamarle para saber qué hace, escucho su voz saludando a Odile. Sonrío acomodando mi cabello mientras la puerta se abre.

Y mi novio por fin entra.

Sostiene un vaso de café en su mano, lleva sus gafas de sol puestas y su traje muy bien acomodado así que supongo que estuvo en una audiencia o algo así.

—Buenas tardes, señor Pasquarelli. —saludo llamando la atención.

Él me mira y sonríe extendiendo sus brazos hacia mí.

—Mi chiquita...

Soltando una risita me pongo de pie y corro hacia él para abrazarle.

Me pongo de puntitas para alcanzar sus labios, envuelve su brazo libre en mi cintura y me levanta del piso.

—Como te extrañé, princesita. ¿Por qué no me dijiste que llegabas hoy? Habría ido a verte, mi amor.

—Es que quería sorprenderte. —miento ignorando el que efectivamente, olvidé recordarle que volvía hoy.— ¿Lo logré?

—Lo lograste, princesita mía.

Deja un beso en mi frente y sonrío soltando una risita.

Me gusta que me diga cosas bonitas, me sirve para saber que todo está bien entre nosotros. Porque todo, en serio todo lo está.

—Tengo que salir en una hora. —se lamenta besando mis labios.— Pero esta noche iré a tu departamento para llevarte a cenar, ¿Quieres?

Asiento, él besa mis labios una vez más.

—Y después iremos a casa y estaremos con Niebla...

—Si... Solo vamos a estar con niebla. —me río enredando mis brazos en su cuello.— Porque no tenemos nada más interesante que hacer, ¿Verdad?

TÚ, YO Y LA HISTORIA QUE NUNCA SE CONTÓ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora