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Mis manos tiemblan y sé que seguramente los latidos de mi corazón se escuchan hasta Eslovenia de lo fuerte que es la situación para mí.

Pero sin embargo, aquí estoy.

Después de toda una noche escuchando el cómo su familia justificaba que ahora Ruggero tiene una familia, y de haber escuchado mil y un excusas más para que deje a Jared con ellos hasta que yo pueda hablar con Ruggero, aquí estoy.

Todo el cuerpo me tiembla el puro miedo a lo que estoy a punto de hacer. No quiero.

Pero ya estoy frente a la puerta y sé que si Daniela estuviera aquí, me obligaría a tocar si no quiero que ella lo haga por mí.

Me retiro el cabello de la frente mientras con duda toco el timbre. Y en cuestión de dos minutos, la puerta se abre dejando ver a Sofía.

La mujer me mira de pies a cabeza, evidentemente sorprendida, sonrío a medias.

—H-hola, Sofia.

—Señorita Karol. —logra decir mirando dentro de la casa.— Pase, por favor. Que sorpresa tan agradable.

Me río, la sorpresa definitivamente no va a ser para ella, de eso estoy segura.

—¿Ruggero está?

—Si, por supuesto que está, en un momento le llamo. Pase, por favor.

Le digo dentro de la bonita y pequeña casa, y tan pronto me deja sentada en la sala, se aleja avisando que llamará a Ruggero.

Me quedo en mi lugar admirando todo con duda.

Mi mirada se detiene en las fotos sobre la chimenea. La punzada en mi pecho aparece y tengo que ponerme de pie caminando hacia estas.

Es Ruggero.

Pero no es eso lo que llama mi atención, sino la mujer a su lado. Odile.

Si, la pasante.

La que en algún momento trabajó para él.

Pero lo que definitivamente se roba toda mi atención y estabilidad es la niña en medio de los dos.

La hermosa niña de ojos cafés y sonrisa bonita.

Esa niña.

—¿Buenas tardes?

Me quedo estática apenas escucho aquella voz, mis ojos se cierran por inercia y cuento hasta diez antes de voltear llevando mis manos a mi espalda.

—¿Karol? Dios, ¿Qué haces aquí?

—R-Ruggero. —carraspeo.— Yo... Voy a ser sincera, busqué a tus padres para poder encontrarte.

—Pero... ¿Qué haces aquí? —repite aturdido, dejo escapar un suspiro.

—Yo quiero hablar contigo, es algo en serio urgente y sé que tardé en decirlo pero si le permites, te explicaré todo.

Asiente confundido, me pide que tome asiento y lo hago llevándome el cabello detrás de la oreja.

Esto está acabando conmigo.

—¿Quieres algo de beber?

Niego, él asiente sentándose en el sillón frente a mí.

—Dime, ¿A qué se debe tu visita?

—Hay algo que yo no dije la última vez que nos vimos. —explico.— Algo que... Algo que ya sabía desde hace mucho más antes del problema que... Pues ese problema.

Asiente, relamo mis labios.

—Ruggero, yo estaba embarazada.

Se tensa visiblemente, carraspeo bajando la mirada.

TÚ, YO Y LA HISTORIA QUE NUNCA SE CONTÓ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora