10.

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—Ruggero, no quiero.

—Karol, ya. —se queja tirando de mi mano.— Sal, pareces una niña.

—Que no quiero. —alargo sujetándome con fuerza a la mesa.— No me puedes obligar.

Si, estoy encerrada en su habitación negándome a salir. 

¿Por qué? Porque he conocido a sus amigos. Y ninguno me agrada.

Bueno, solo Valentina, Agustín y Maxi. Pero el resto me desagrada mucho.

Génesis, amiga de la universidad, veinticinco años, bonita, pero, que claramente se ve que cree que todo el mundo la envidia por ser guapa.

Alison, amiga de la infancia, sus padres son amigos, y piensa que en algún momento se van a casar. Y lo sé gracias a la absurda broma que hizo apenas se presentó.

Y Federico, amigo de las prácticas pre-profesionales. Intimidante, mamón...

Me quiero ir de aquí.

—Tienes que salir y actuar como si me amaras.

—No quiero. —insisto abrazando el soporte del dosel de la cama.— Tuviste sexo con todas ellas, ¿Verdad?

—¿Todas ellas? Hablas como si toda Italia hubiese pasado por mi cama.

—¿Y no fue así?

—No, porque tú eres italiana y no pasaste por mi cama. —bromea y me quejo.

—No quiero, me niego a ver sus caras de molestia y a escuchar sus estúpidas indirectas.

—Por Dios, que niña eres.

—¿Niña yo? ¡Niñas ellas! Ya tienen como treinta, que se ubiquen y dejen de mirarme como si tuviera algo malo en la cara.

—Okey, hagamos algo. —suspira.— Cada vez que hagan algo que te moleste, vienes, me lo dices y yo las corrijo, ¿Okey?

—¿Y voy a tener que besarte?

—No.

—¿Y tú vas a tener que besarme?

—No sé.

Le miro aún abrazada al soporte.

—¿Por qué no sabes?

—Karol...

—Admite que me quieres besar y quizá me mueva.

Relame sus labios al borde del colapso, sonrío separándome de la cama.

—Dilo.

—¿Por qué haces esto? Me llevas al borde del colapso, simplemente no lo entiendo. —bufa causando mi risa.

—¿Y por qué no te buscas otra novia entonces?

—Porque te quiero a ti.

Eso me hace sonreír.

—Quería que solo admitieras que me quieres besar pero esto es mucho mejor. —aplaudo.— Okey, voy a bajar. Pero entonces mantén tu palabra en pie.

—¿Qué palabra?

—Voy a volver. —advierto señalando la cama.

Bufa, me toma de la mano y básicamente me arrastra fuera de la habitación. Me subo a su espalda porque caminar ya no está dentro de la planificación.

Me quiero morir.

Y dormir unas horas más.

Por amor a Dios, lo necesito.

También quiero comer.

Salimos a la piscina de afuera, Ruggero me deja en el piso y miro con duda todo lo que tengo a mi alrededor.

TÚ, YO Y LA HISTORIA QUE NUNCA SE CONTÓ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora