18.

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Muerdo mi dona y camino fuera de la universidad feliz de haber salido de clases y de haber dañado mi cámara.

Ahora mismo, tengo que pasar por los repuestos de mi cámara antes de irme a trabajar. 

Daniela no vino a clases, y lo supe gracias a David que también la estuvo buscando. Lo cual es curioso porque esta mañana se marchó diciendo que tenía que ir a una importante clase.

Pero yo creo más bien que la clase se trataba de usos de la lengua para cosas que no son hablar...

Esto es terrible.

Me lo está ocultando y eso no me gusta.

Yo le cuento todo, me merezco algo de confianza.

—¿Puedo acompañarla, señorita?

Detengo mi caminata hacia la parada de taxis sonriendo en el proceso.

—¿Pero qué haces aquí?

—Se dice buenos días, señorita.

—Ay, bueno. Perdón. —me río besando su mejilla.— Hola, Benja. ¿Cómo estás?

—Pues bien ahora que te veo. —admite tomando mi mano.— ¿Y tú cómo estás?

—Muy bien. —sonrío soltando su mano para guardar mis manos en mis bolsillos.— ¿Pero qué haces aquí? ¿A qué me debo tu visita?

—Uy, es bueno ahora que lo dices. He venido aquí para invitarte a un lugar muy especial. —arquea las cejas.— ¿Vendrás conmigo, preciosa?

—Bueno, es que yo solamente tengo tiempo para ir por el repuesto de mi cámara. —explico.— Y tengo que irme a trabajar. Lo siento.

—Falta. —propone y me río negando.

—No puedo.

—¿Por qué no?

Quiero responder pero entonces el ladrido se escucha y mi sonrisa vuelve a aparecer mientras me agacho a su altura.

—¡Niebla! —sonrío besando la cabeza de mi perro.— ¿Pero qué haces aquí?

—¿Niebla? —se ríe Benjamin.— ¿Y eso qué es?

—Es mi perrito. —explico acariciando su cabeza.— Y si está aquí, es porque...

—Buenas tardes, ¿Interrumpo?

—Ruggero. —me pongo de pie caminando hacia él.— No, no interrumpes. ¿Qué haces aquí?

—Vine por ti para que almorcemos juntos. Pero veo que estás ocupada. —me dice mirando a Benjamin.

—No, no lo estoy. —le corto.— Benjamín solo vino a saludar, ¿Verdad?

Miro a mi amigo esperando que diga que si y se vaya. Después salimos si quiere.

Pero Ruggero ha venido a verme. Ha venido para llevarme a comer y eso me hace feliz.

Y me ilusiona, por supuesto.

—Si. —responde Benjamín y suelta un suspiro.— Yo ya me iba.

—Adiós. —sacudo mi mano despidiéndole. Y cuando se marcha, centro mi atención en Ruggero.— Vinieron a verme, que lindos.

—Pero no porque yo quiera. —rueda los ojos.— Niebla quería verte. Vámonos.

Comienza a caminar hacia el auto, me río tomando a mi perro en brazos y camino detrás de él.

—No le creo, por supuesto que él quería verme. Se muere por verme. —susurro besando su cabeza.— Que bonito eres.

Nos detenemos frente al auto, abro la puerta de atrás y dejo a Niebla sobre este junto con mis cosas. Finalmente me subo adelante y abrocho mi cinturón antes de decir;

TÚ, YO Y LA HISTORIA QUE NUNCA SE CONTÓ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora