No sé si aceptar esto esté bien o simplemente soy yo queriendo llevarle la contraria a mi familia de la manera que sea, pero aquí estoy.
Después de haber recogido todas las cosas y subirlas al auto, Ruggero nos llevó a comprar en el supermercado, porque sí, tenemos que llenar el alacena según él.
Y no niego que fue la primera vez en seis años que realmente disfruté del hacer compras para el hogar, el discutir con él por lo que llevábamos y lo que no me hizo sentir mucho mejor a cómo me sentía por la discusión absurda con mi familia.
Porque sí, para mí es una discusión absurda en todos los sentidos. Ya no voy a ceder a los caprichos de Meera.
Después de seis años viviendo en una miseria emocional, creo que lo único que me merezco es que ahora ella ceda a mis caprichos.
Después de todo, ella fue la única que ganó.
Se casó.
Le dió un padre a su hijo.
Vive feliz, no tuvo que pasar por noches enteras llorando, por dolorosas citas médicas sola.
Por un tormentoso proceso de parto... Sola.
Ella lo tuvo todo.
Y lo único que yo pude hacer fue fingir estar feliz por ella desde las sombras.
Porque me sentía culpable. Y estaba vacía.
Pero si a ella poco le importó y ahora disfruta de manchar mi imagen frente a sus padres diciendo que por poco hasta golpeo a su hijo, entonces no voy a hacer nada más por agradarle.
Nada.
Salgo de mis pensamientos cuando Jared se ríe por lo que sea que Ruggero le haya dicho, les miro y le sonrío a mi hijo.
Evidentemente está saltando de felicidad. Y siento que de algún modo, vamos a tener que trabajar esto en terapia.
Realmente espero que todo salga bien.
Tengo miedo de las consecuencias de estar haciendo esto.
—Bienvenidos a casa.
—¿Qué casa, Ruggero? —me río.— Lo único que veo son montañas.
—Son árboles, mami. —me corrige mi hijo.— ¿Vamos a vivir en los árboles? ¡Cómo Tarzan!
Ruggero se ríe negando, saca un pequeño control de su bolsillo y conduce un poco más hasta que damos con un gran portal negro. Por fin presiona uno de los botones del control y la puerta se abre.
Le miro.
—No jodas, Ruggero.
Se encoge de hombros mientras conduce por la preciosa calle rodeada de preciosos jardines. Hasta que por fin estamos frente a una grande y hermosa casa.
Le miro mientras suelto mi cinturón. Jared habla desde atrás.
—¿Vamos a vivir en un castillo?
—Te compraría un castillo si tan solo pudiera. —le asegura Ruggero.— Pero vas a tener que conformarte con esta casa.
—¡Me encanta, papi!
Me bajo del auto y le abro la puerta dejando que se baje y corra directo al jardín. Ruggero se baja también y agita las llaves antes de extenderlas hacia mí.
—Todas tuyas, princesa.
—¿Estás bromeando? —me cruzo de brazos.— Y no me digas princesa.
—¿Mi amor está bien?
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TÚ, YO Y LA HISTORIA QUE NUNCA SE CONTÓ.
FanfictionNo llores por lo que se ha ido, ama lo que aún tienes.