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Siete meses después.

—¡Mamá!

Jared se sube a la cama, sonrío llevando mi brazo a mi cara para cubrir mis ojos. Tengo sueño ahora mismo.

—¿Qué pasa, amor? Buenos días, por cierto.

Mi hijo se ríe besando mi mejilla como saludo.

—Ya es muy tarde, mamá. Ya no es de día.

Ay, es cierto.

Es el medio día, pero en mi defensa, después de enviar a Ruggero al trabajo, quise terminar de dormir. Es solo que estoy demasiado cansada y terminé durmiendo más de lo debido.

—¿Ya desayunaste?

—Claro que si. Los seres humanos desayunan temprano, mami. —dice acostándose a mi lado.— Ya casi vamos a comer el almuerzo.

Eso me hace reír, suspiro profundo mientras me acomodo y miro el techo. Que cansada me siento. Demasiado, de hecho.

—Mami, ¿Por qué tú panza está así?

Toca mi vientre de tres meses de embarazo, me río acariciando el pequeño pero adorable bulto.

—Es que aquí hay dos preciosos bebés creciendo muy despacio, amor.

—¡¿Dos?! —jadea impresionado.— ¡Vamos a tener dos bebés!

Asiento, él sonríe besando mi vientre dos veces.

—Besito para cada uno. —alarga volviendo a acostarse.— ¿Y por qué hay dos?

Quiero decirle algo como; tu padre apunta doble.

Pero no quiero causar traumas así que solo me río y explico que Dios quiso hacernos un gran regalo y por eso nos mandó dos bebés.

Así de simple.

Él asiente fingiendo entender, bosteza.

—¿Y papá va a venir a comer?

—No aún, amor. Es que está de viaje. —explico.— Se fue a Italia a una audiencia.

—Oh, está cuidando a la luna.

Eso me hace reír.

Cada vez que Ruggero tiene que salir de viaje, le dice que irá a cuidar a la luna y que volverá tan pronto la deje en un lugar seguro.

El problema es que Jared sale cada noche al balcón y le desea las buenas noches a su padre... Porque está en la luna.

Así que si, supongo que esta noche también estaré parada en el balcón dejando que mi hijo le cuente de su día a la luna.

No niego que nuestra vida ha mejorado considerablemente desde hace un tiempo.

Todo esto es mágico sin duda alguna. He aprendido a compartir mi tiempo con quiénes de verdad valen la pena y a dejar de culparme por lo que pasó.

Mi error fue no haberle contado a Ruggero de mi embarazo, pero sin duda, jamás cometí un error del calibre de los de mi hermana. Esos si que son errores imperdonables.

Su mentira ha estado llegando demasiado lejos. Tanto que incluso ella piensa cosas que no son.

Ella está convencida de que Ruggero la ama y que pronto va a estar con ella formando la familia que siempre han soñado. Está convencida de que yo soy la mala de la historia y que Jared no es un Pasquarelli.

TÚ, YO Y LA HISTORIA QUE NUNCA SE CONTÓ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora