26.

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—No quiero que te diga cosas feas.

—Princesa, basta ya. —me dice entre risas.— No pasa nada, todo está bien.

—No, nada está bien. —lloriqueo abrazándome a él.— Quería que vengas conmigo a Italia, pero no así.

—¿Y entonces cómo?

Hago un puchero, él se ríe besando mi frente mientras Daniela hace un gesto de asco y pasa por nuestro lado ignorándonos olímpicamente.

Está loca.

No quiere nada conmigo pero a su vez, aceptó el viaje a Italia que le propuse. Le encanta viajar gratis pero no hablar con la que le está pagando el viaje.

Loca.

Terca.

Y... Me quedaría quejándome de ella pero es que acabamos de llegar a casa y solamente estamos esperando que nos salgan a recibir.

Así que si, voy a llorar.

—Bienvenidos.

Sonrío viendo a Dannae salir, corro hacia ella y le abrazo con fuerza antes de besar su mejilla. He extrañado a mi nana.

Le presento a Dani y Ruggero, ella les sonríe a ambos. Pero parece estancarse en Ruggero y eso me hace reír.

—-Siento que te he visto. —le dice y Ruggero sonríe.

—Probablemente si, soy abogado.

—Hijo de uno de los mejores además. —agrego y ella sonríe.

—Si, he visto a tu padre y a tu hermano.

Su atención se centra en Niebla, Dannae sonríe entusiasmada.

—¿Y esta hermosura?

—Se llama Niebla, y es mío. —musito causando su risa.

—Que hermosura, pero vamos adentro que tus padres esperan.

Trago saliva comenzando a esperar lo peor desde ya.

Papá me ha pedido que no traiga a Ruggero, e hice exactamente lo contrario. Lo traje conmigo.

Así de necia e insistente soy.

Es solo que temo por mi estabilidad emocional. No quiero que me prohíba estar con la persona que amo. No es nada justo.

Entramos a la casa, sujeto la mano de Ruggero con fuerza todo el camino, y tan pronto estamos en la sala, siento la tensión comenzando a formarse.

—Papá, mamá. —sonrío emocionada.— ¿Cómo están?

Mamá se pone de pie y camina hacia nosotros saludando primero a Daniela mientras papá bebe de su copa de vino. Genial, está molesto por verme llevarle la contraria.

Después de todo, es la primera vez que lo hago...

—Tú debes ser el novio de mi hija. —le dice mamá. Ruggero asiente extendiendo su mano hacia ella.

—Mucho gusto, señora Sevilla. Soy Ruggero Pasquarelli.

Mi mamá estrecha su mano sonriendo en el proceso. Relamo mis labios.

Ella está loca por poner a prueba a todo el mundo, esto es definitivamente malo.

—¿Y cuántos años tienes, Ruggero?

Y comenzó...

Miro a papá en busca de ayuda, él se encoge de hombros y continúa jugando con su copa de vino.

Estoy molesta ahora mismo. No es justo que hagan estas cosas.

—Veintiséis años, señora.

—Ay, pero si no es mucha diferencia. —sonríe.— Aún así conozco lo que son las etapas, y es evidente que mi hija no está viviendo la misma que la tuya.

TÚ, YO Y LA HISTORIA QUE NUNCA SE CONTÓ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora