—Buenos días, ¿Ayudo en algo?
Entro a la cocina, Antonella me mira y sonríe negando mientras veo a Leonardo terminar de poner la mesa. Llevo mis manos a mi espalda.
Desperté antes que Ruggero, y eso me dió tiempo de bañarme y alistarme antes de bajar. Son nuestros tres últimos días aquí, y quiero llorar porque realmente necesito pasar el resto de mis días aquí.
La universidad ha pasado a un segundo plano para mí ahora mismo. Me quiero quedar aquí y comenzar una nueva vida.
¿Qué tan posible es?
—¿Quieres algún batido en especial?
—De fresa está bien. —sonrío.— Pero puedo hacerlo yo misma.
—Nada de eso, déjame consentirte.
—Ni insistas, mamá no va a dejar que le lleves la contraria.
Me río y asiento dándome por vencida mientras me siento en mi lugar y acepto la manzana que Leonardo me ofrece.
Cinco minutos después, Bruno aparece en la cocina y le saludo con una sonrisa en el rostro.
Y luego de diez minutos hablando de la boda de la ex novia de Ruggero que por cierto es hoy, por fin veo a mi novio cruzar la puerta de la cocina.
—¿Por qué nadie me despierta? —es su queja como primera frase del día.
—Porque seguramente necesitabas descansar. —nos excuso soltando una risita.
—Además apenas vamos a desayunar, hijo. —le dice su madre.
—Excusas. —musita antes de besar mi frente y sentarse.— Buenos días para ustedes también.
—Buenos días. —respondemos en coro y él se ríe.
Y conformes con su llegada, entonces por fin podemos desayunar.
Ya era hora...
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—¿Estás seguro de que quieres que vaya contigo?
—Mi reina, la invitación claramente dice Ruggero Pasquarelli y esposa. ¿Por qué? Porque me vieron contigo y no sabían si eras mi novia o mi esposa. —se ríe besando mi frente.— Y tengo un pase para dos, y te ves hermosa, princesa.
Sonrío acomodando los mechones de cabello que caen por mi rostro. Ruggero vuelve a besar mi frente y toma mi abrigo ayudándome a ponérmelo.
Acomoda mi cabello en mi espalda, me pasa mi labial y yo termino de aplicarlo antes de mirarle y decirle que podemos irnos.
Son exactamente las cinco y media cuando abandonamos la casa, y las seis y cuarto cuando llegamos al lugar en donde se va a llevar a cabo la ceremonia.
—¿Este es el momento en el que me pongo celosa y me mantengo atenta a la reacción que tienes al verla entrar? —bromeo con él causando su risa.
—No, mi amor. No es necesario. —pellizca mi nariz.— Yo te amo solo a ti.
—Pero lloraste por ella.
—Si, cómo hace una década.
Me río con fuerza y le abrazo antes de asegurar que esto es lo más gracioso que hemos hecho desde que comenzamos a salir.
Es que, nadie va a la boda de la ex con tanta emoción como él. Pero supongo que estas son las cosas que pasan cuando tienes un genuino amor de niños.
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TÚ, YO Y LA HISTORIA QUE NUNCA SE CONTÓ.
FanfictionNo llores por lo que se ha ido, ama lo que aún tienes.