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El dolor de garganta me está matando, pero como todas las mañanas de los viernes, tengo que llevar a Jared al psicólogo y no podemos faltar.

Después de todo, es mi única esperanza de evolución.

Sé que me propuse encontrar a Ruggero por el bien de mi hijo pero no le puse mucho empeño a la búsqueda si soy sincera. Y no quiero encontrarlo.

Así que después de escuchar de la psicóloga que la presencia de Ruggero no es tan obligatoria, simplemente dejé de buscar.

Y si, joder. Si sé que está mal.

Pero sé que si él se integra a la vida de mi hijo, muchas cosas van a salir mal.

Muchas.

Y yo no quiero herir a mi niño. A él no.

Centro mi atención en el reloj de rana de Jared en dónde marca la fecha y hora exacta.

23 de junio. 8:53 de la mañana.

Estamos llegando tarde.

—Jared, amor. Ven a desayunar.

—¡Ya voy, mamita!

Dejo la fruta picada junto con su batido sobre la mesa, Jared entra corriendo y se sube a su silla antes de tomar una tostada en forma de osito.

—¡Hoy desayunaré abejitas! —exclama emocionado.

—Si, amor. Pero intenta comer rápido, ¿Si?

Asiente, muerde su tostada y toma su vasito de astronautas para beber un poco de batido. Sonrío besando su frente.

Ya desayuné mientras preparaba el desayuno de mi hijo así que mientras él desayuna, me encargo de alistar sus cosas y las mías antes de cepillar mis dientes y terminar de alistarme.

Cuando estoy lista para salir, ayudo a Jared a cepillar sus dientes y a aplicarse protector solar. Y siendo exactamente las 9:40, abandonamos la casa.

Durante todo el camino, Jared canta canciones infantiles y colorea su libro de mandalas.

Al llegar, se muestra emocionado de estar aquí, cómo siempre. Y por eso solo sonrío, beso su frente y le digo;

—Diviértete, mi amor. Te voy a estar esperando afuera, ¿Bueno?

—Bueno. —asiente.— ¡Tengo muchas cosas que contarle a mi amiguita!

Me bajo del auto, abro su puerta y dejo que entre corriendo al consultorio.

Al principio odiaba venir, pero actualmente, la psicóloga es su persona favorita en el mundo.

Supongo que esas cosas suceden cuando realmente amas tu profesión.

Espero sentada fuera del consultorio, mientras tanto, hablo con Josué pidiéndole que lleve los encargos que papá envió por correo a las oficinas de las que hablamos el otro día.

También le respondo los mensajes a Daniela pidiéndole que nos veamos esta noche ella y yo solas.

Noche de chicas, más Jared, obviamente.

Ya nos acostumbramos a que nuestras noches de chicas tengan a un mini chico que siempre hace preguntas raras y dice cosas chistosas.

Son casi las doce cuando Jared sale con una nueva tarea por hacer, un dibujito de un día feliz que ha tenido en el último tiempo.

—Mami, ¿Podemos comprar pinturas para mí dibujito?

—Pero claro que podemos. —sonrío mientras abrocho su cinturón.— Y vamos a aprovechar que tengo que comprar unos archivadores para la oficina para comprar también tus pinturas, ¿Bueno?

TÚ, YO Y LA HISTORIA QUE NUNCA SE CONTÓ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora