57.

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Renuncié a hacerle entrar en razón en el momento en el que me pidió que le pida a Oliver que sea su padre. Que alguien más lo intente porque es que yo ya no tengo cabeza para esto.

Aparte sigo procesando que mi hijo ha llamado a su padre por su nombre. Y que ha dicho que Odile le negó helado.

¿Quién se cree esa bruja para estarle negando las cosas a mi hijo? Voy a...

—Déjenme a solas con Jared, por favor.

Beso la frente de mi hijo y me pongo de pie para abandonar la sala con los demás.

Me siento en la silla más cercana junto con Daniela y David.

—Gran ejemplo el que le diste a Jared. —dice David. Daniela sonríe.

—Ya sé, había que usar la psicología con el niño, si relaciona la situación de dos personas que quiere mucho con su situación propia, vamos a conseguir que sea empático con la situación. —explica.— Estuvimos a punto de conseguirlo.

—Para nada, quiere que Karol se case con Oliver. —se ríe mi amigo.

Daniela golpea su hombro con el mío y ruedo los ojos.

Nunca, en todos los años que llevo conociendo a Oliver le he visto con otros ojos. Nunca.

Sé que es guapo y un gran padre.

Pero simplemente no me atrae.

Es un gran amigo y le quiero como tal.

Y lo único que tenemos en común es el amor que tenemos por nuestros hijos y la vida difícil de un padre soltero. Fin.

—Jared ama a Oliver. Y Amelia te ama a ti.

—Y yo la amo a ella pero no estoy desesperada por casarme con nadie. —les hago saber.— Estoy bien sola, haciéndome cargo de mis traumas y problemas. Sola.

Daniela rueda los ojos asegurando que eso es aburrido y me río apoyando mi cabeza en su hombro.

—Justo cuando creo que estoy acabando con los problemas, viene uno nuevo.

—Eso es cierto. —David acaricia mi brazo en señal de apoyo.— Pero tranquila, lo vamos a solucionar.

—¿Y tú cómo lo vas a solucionar, metiche?

—Pues yo que sé pero voy a contribuir, ¿Okey?

—Basta. —alargo entre risas.— La psicóloga hará el trabajo pesado, yo solo tengo que seguir indicaciones.

—Yo sé que lo estás haciendo bien. —me dice Daniela.— Y estoy muy orgullosa de eso.

Un suspiro brota de mis labios. Ella besa mi frente.

—Solo eras una desilusionada y destrozada mujer de veinte años cuando tú mundo se vino abajo. Tuviste que aprender a poder sola, y lo lograste.

—Es cierto, y claro que cometes errores pero estás saliendo adelante por ti y por tu hijo. Y eso te hace una mujer fuerte a pesar de lo difícil que es todo siempre. Todos los días.

TÚ, YO Y LA HISTORIA QUE NUNCA SE CONTÓ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora