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—¿Estás cómoda, mi amor? ¿Necesitas algo más?

—No me hables.

Ruggero se ríe, ruedo los ojos y me cruzo de brazos mientras escucho a Jared cantarle una canción a sus hermanas.

Estoy enojada porque acabamos de llegar a casa y acabo de ver la habitación de las gemelas... Tiene una cama, pero no una cama cualquiera.

¡Una cama con toboganes a los lados!

Es como un cuento de hadas.

Ruggero literalmente les montó un reino en lugar de una habitación. Y Dios, estoy molesta ahora mismo.

Yo no tengo una habitación así. Y es injusto porque quiero.

—Me quiero quedar aquí. —insisto tirando un cojín por el tobogán.— Me quiero bajar.

—Recuerda tus puntos. —me dice sujetando mi mano.— Pero sí, nos vamos a quedar aquí hasta que tengan la edad adecuada de quedarse solas en la habitación.

Sonrío satisfecha con la idea propuesta.

Ojalá no puedan quedarse solas hasta que tengan dieciocho años. Me gusta la habitación.

La nuestra es tan aburrida y sin chiste que prefiero no estar ahí.

—Tus padres dijeron que vendrían esta noche.

—Que mal por ellos, no les quiero ver. —musito abrazando la almohada.— Ruggero, ve por el cojín que lancé, se sentía muy cómodo.

Escucho su risa y finalmente abandona la cama para conseguir mi tan preciado cojín.

Ay, que feliz estoy ahora mismo.

Me gusta la habitación. Me gusta todo en realidad. Y estar con mis hijas de regreso en casa y fuera de mi me hace aún más feliz.

Por fin, señoras y señores. Por fin mi vida está donde siempre debió estar.

—Entonces... ¿Le pido a Sofía que prepare una cena especial? Después de todo, es su última noche cocinando. Mañana entra a trabajar la nueva cocinera para que ella pase a estar a su cuidado.

—No le pidas que prepare nada especial porque no les quiero ver. —aseguro acomodándome en la cama.— Jared, con cuidado.

Mi hijo retira su mano y sonríe a modo de disculpa antes de correr a los pies de la cama.

—¿Puedo subir ahí arriba?

—Por supuesto que sí. Ven aquí, campeón.

Jared sonríe encantado y Ruggero le ayuda a subir para dejar que se acueste en medio de ambos. Sonrío besando su mejilla.

Mi niño hermoso.

—Ahora que tenemos dos nuevos bebés, ¿Me siguen queriendo?

Hace un pequeño puchero y nos mira, Ruggero se ríe.

—Por supuesto que no te quiero. —le hace saber dándole un abrazo.— Yo te amo, mucho, mucho, mi amor.

—¿Me van a abrazar seguido?

—Pero si hasta vas a dormir con nosotros. —me río uniéndome al abrazo.— Eres mi primer bebé, te amo demasiado.

—¿Seré tu bebé siempre, mami?

Asiento besando su frente.

Jared siempre va a ser el dueño de mi corazón. Pero en serio siempre.

Y es que, mi niño hermoso es todo lo que está bien en esta vida. Es la razón por la que hace siete años no me di por vencida.

TÚ, YO Y LA HISTORIA QUE NUNCA SE CONTÓ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora