39.

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Ocho de la noche y acabamos de cenar.

He recibido muchos regalos, cariño y atención.

Es cierto que me negué a tener una fiesta, pero el solo tener a todas las personas que amo conmigo me hace feliz.

Soy feliz con lo que tengo y no cambiaría ni el más pequeño detalle.

Así de conforme con mi vida estoy.

—Nosotros ya nos vamos al hotel. —dice papá.

—Pues nosotros queremos ir a bailar, es justo que nos llevemos a la festejada a algo más que a cenar. —exclama una feliz Meera.

Demás está decir que se ha pasado un poco de copas en la cena. Pero no importa.

Nicolás está cuidándola y eso hace que mamá se sienta más tranquila aunque no lo diga.

Acomodo mi cabello mientras Ruggero pone un abrigo sobre mis hombros y besa mi cabello.

—Pues entonces disfruten su noche, recuerden que mañana vamos a desayunar juntos. —nos dice mamá.— Y a pasar todo el día juntos.

—Si, mamá. Descuida.

Ella asiente y papá detiene un taxi pidiéndonos que no bebamos mucho si vamos a conducir, y cuando se marchan, miro a Ruggero antes de decir;

—Pero yo me quiero ir a casa.

—¿Ir a casa? —se ríe mi hermana.— Nada que ver, vámonos ya. ¿Conocen algún buen bar por aquí?

—Hay uno cerca de aquí, si quieren podemos ir. —cede Ruggero. Meera asiente.

Y aunque no estoy muy de acuerdo, cedo a ir con ellos. Por lo menos ya me cambié de ropa por algo más cómodo.

Sé que mi vestido era hermoso pero no podía llevarlo siempre.

Traen el auto de Ruggero y abre la puerta para mí antes de subirse y dejar que mi hermana y mi cuñado se suben.

Llevo mi cabello detrás de mí oreja antes de abrochar mi cinturón, Ruggero comienza a conducir.

Pongo algo de música en bajo volumen para agregar algo de ambiente aunque eso no hace falta cuando cinco minutos después, mi hermana comienza a hablar sin parar.

Dice cosas que ciertamente me llaman la atención pero que Nicolás ignora por completo.

Hasta que agrega un;

—Eres el novio perfecto, Ruggero. Que envidia le tengo a Karol. —se ríe.— De haber sabido que eras así de increíble, no te habría dejado ir después de terminar con Federico.

Nicolás y yo le miramos como si se hubiese vuelto loca, Meera se ríe y Ruggero se remueve evidentemente incómodo. Arqueo una ceja.

De ninguna jodida manera quiero que repita eso o se va a arrepentir.

Además, ¿Que no se suponía que Nicolás no sabía nada de eso?

—¿Ustedes ya se conocían?

Meera le mira, palidece visiblemente y me muerdo el labio inferior mientras Nicolás repite su pregunta. Ruggero carraspea.

—No. Nos conocimos cuando Karol me presentó con la familia.

—S-sí. —agrega Meera.— Solo estaba jugando.

—Un muy horrible juego. —le hago saber.— No me gustó.

Ruggero toma mi mano obligándome a mirar hacia adelante, y entonces, los murmullos se forman gracias a que ellos van discutiendo atrás y yo molesta con la falta de respeto de mi hermana.

TÚ, YO Y LA HISTORIA QUE NUNCA SE CONTÓ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora