23.

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Me duele la cabeza.

Siento que un camión me aplastó, y todos mis huesos están rotos...

Y mi resaca es enorme. Me duele todo.

—Buenos días, bonita.

Dejo de frotar mis ojos mientras centro mi atención en todo el mundo en la mesa. Maldigo en voz alta.

—¿Qué mierda? ¿En dónde estoy y por qué todos están aquí?

—Estás en mi departamento, bienvenida. —dice Valentina.— Y seguramente vas a querer bañarte y cambiarte antes de desayunar así que puedes ir a mi habitación y elegir lo que mejor te quede.

Le sonrío y agradezco antes de caminar por el pasillo buscando su habitación. Por supuesto que necesito cambiarme y bañarme.

Soy un asqueroso desastre de ojos verdes.

Media hora después, salgo ya cambiada y peinada, lista para desayunar junto al resto.

Y con resto me refiero a Valentina, Agustín, Thalía y David. Ah, y ese amigo de Agustín que parecía su novio.

¿Cómo se llamaba?

Ah sí, Maxi...

Que guapo que es Maxi.

—¿Cómo quieres tus huevos?

—Revueltos. —suspiro llevándome las manos a la cara.— Gracias.

Valentina me sonríe, bebi el jugo de golpe.

Que dolor de cabeza, por Dios.

—¿Te divertiste anoche? —se burla David. Bufo.

—Más que tú seguramente si.

—Yo tuve mucha diversión. —me hace saber besando el cabello de su novia. Ruedo los ojos.

Eso es asqueroso.

Quiero decir algo más pero entonces Agustín pone la comida frente a mí y yo me olvido de todo y todos. Estoy de regreso a mi lugar feliz.

Me encuentro lavando los platos sucios que usé cuando la puerta se abre y Ruggero atraviesa esta.

Pero no lo hace solo, está con la pasante de nuevo. Y como si fuera poco, ha traído a Niebla con ellos.

Suspiro profundo.

Niebla está con ellos...

—Ay, pero si trajeron al peluche que respira. —se enternece Thalía.— Hola, Niebla.

Niebla lame su mano entusiasmado, seco mis manos antes de abandonar la cocina agradeciendo por todo. Pero entonces escucho a esa mujer decir;

—Vamos, Niebla. Ven con mamá.

Y la gota derrama mi vaso...

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Estornudo por quinta vez desde que me bajé del taxi, sorbo mi nariz y me llevo el cabello detrás de la oreja.

No debería estar aquí ni haciendo esto, pero es por Daniela. Y eso me hace querer matarla pero le debía un favor y aquí estoy.

Creo que somos bastante iguales. Yo me enojé con Ruggero y renuncié.

Ella se enoja con Ágata y renuncia... Es gracioso.

—¿Y eso? ¿A qué me debo el honor de tu visita?

Sonrío deteniéndome frente a David, le abrazo antes de decir;

TÚ, YO Y LA HISTORIA QUE NUNCA SE CONTÓ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora