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•Siete años antes•
~Liubliana, Eslovenia~

Karol S.

Empujo mi maleta con el pie mientras en las manos llevo mis papeles importantes, una botella de agua y mi bolso.

Debí pensarlo mejor antes de bajarme del taxi sin estar segura de si era o no la verdadera dirección. Soy un jodido y terrible desastre andante ahora mismo.

—¿Karol, me estás escuchando?

La voz se escucha a través de los audífonos, hago un sonido de afirmación mientras me quito la carpeta de los labios.

—Si te escuché, papá. —digo por fin.— Creo que es aquí.

—¿Necesitas algo? ¿Dinero? ¿Que envíe a alguien por ti?

—No, nada. Tengo dinero y no necesito que nadie venga por mi. —le tranquilizo.— Prometí que haría esto sola, ¿No es así?

Escucho su suspiro de afirmación, sonrío adentrándome al edificio.

—Ya está, encontré la dirección, ya no te preocupes.

—Hasta que por fin.

Me río sacando el teléfono de mi bolsillo.

—Te amo, papá. Pero ahora mismo soy un maldito caos. —me retiro el cabello de la cara.— Te llamo cuando me haya instalado, ¿Bueno?

—Está bien, señorita. Pero intenta sobrevivir mientras, ¿Bueno?

—Bueno. —suelto una risita.— Te quiero, adiós.

—Te quiero, cariño.

Cuelga la llamada, alcanzo a guardar el teléfono en su lugar y vuelvo a tomar todo en las manos. Ahora mismo, parezco una mujer que va a pasar el resto de su vida en este lugar.

—¿Karol Sevilla?

—Sí, soy yo. —suelto todo de golpe causando que caiga al piso.— Lo siento.

La mujer se ríe, extiende su mano hacia mí.

—Es un placer conocerte.

—Sí, lo mismo digo. —estrecho su mano.— Y tú eres...

—Daniela. —responde sonriente.— La persona que va a compartir el departamento contigo.

—Ah sí, perdóname. No reconocí tu voz. —rasco mi frente.— Es un verdadero placer conocerte.

—¿Necesitas ayuda?

Sonrío mirando mi desastre. Llevo mis manos a mi espalda y asiento, ella se ríe ayudándome con mis maletas y yo aprovecho para ordenar el desastre que traía entre manos.

Entramos al precioso y colorido edificio, Daniela se acerca a la mujer tras el mostrador y le dice algo en voz baja, ella le entrega una llave y finalmente, comenzamos a caminar hacia las escaleras.

—Es sencillo. —me dice.— Tienes una llave para ti y hay un solo departamento por piso así que no te podrías perder. Nuestro departamento está en el cuarto piso, el último.

Asiento, ella suspira.

—La única desventaja, es que no tenemos ascensor.

—No suena a una desventaja para mí. —admito riendo.

TÚ, YO Y LA HISTORIA QUE NUNCA SE CONTÓ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora