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Una de la madrugada, no he podido dejar de vomitar. Y duele porque llevo media hora así, siento que ya ni siquiera llevo algún órgano dentro. 

Ruggero recoge mi cabello, lo sostiene con una liga y acaricia mi espalda mientras cepillo mis dientes. Le miro a través del espejo, sonríe.

—¿Mejor, princesa?

—Mejor. —suspiro profundo.— No sé qué me pasa, ¿debería ir al doctor?

—Dijo que estabas bien hace un día. —me recuerda.— Tranquila, es normal si tienes una infección.

—Pero no quiero segur teniendo infecciones. —me quejo metiéndome de regreso en la cama.— Ya hasta se me van a desgastar los dientes de tantas veces que los he cepillado en estos treinta minutos.

—¿Quieres que te haga un té o algo?

—No, amor. Estoy bien. —aseguro.— O sea no lo estoy pero voy a fingir que sí.

Eso le hace reír, me acerca a él y sonrío cuando besa mi frente. Me apoyo en su pecho y él apoya su barbilla en mi coronilla, cierro los ojos disfrutando del silencio y de lo tranquila que es su respiración.

—La única parte buena es que hoy es sábado.

—Sí, la única parte buena. —confirma haciéndome reír.— ¿Tienes sueño? Yo sí, creo que mucho.

—Pues yo no. —admito haciendo círculos con mis dedos en su pecho.— El malestar lo ha hecho muy bien, ya no tengo sueño. ¿Me cuentas una historia para dormir?

No responde, y cuando me remuevo para llamar su atención, compruebo que se ha quedado dormido.

Suelto una risita mientras me acomodo dándole la espalda.

Le amo y amo más dormir abrazada a él pero sé que en cualquier momento voy a querer vomitar de nuevo y no quiero tener que despertarlo para eso. Puedo sola con tantos malestares.

En realidad no puedo sola pero reconozco que él probablemente también se va a enfermar porque ha estado toda la semana durmiéndose cada que puede y con unas náuseas terribles. Así que no quiero molestarlo bajo ningún concepto.

Que descanse y ya mañana le hago más dramas.

Por ahora, incluso yo necesito descansar.

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Cuando desperté, lo último que esperé fue una nota de Ruggero pidiéndome que me aliste y guarde mis cosas más esenciales en una maleta, pero aquí estoy después de todo, haciendo exactamente lo que me ha pedido.

Tengo curiosidad acerca de lo que puede estar tramando pero me reservo mis comentarios hasta estar segura de qué se trata. Además, no entiendo nada en lo absoluto y él no está aquí como para hacerle aunque sea una pregunta.

Ni siquiera avisó a dónde iría, estaría molesta pero es que también me muero de curiosidad.

Y de hambre, ayer no sostuve nada en mi estómago.

—¡¿Princesa estás lista?!

Sonrío llevándome la mochila a la espalda. Por supuesto que estoy lista.

—¡Voy!

Tomo mi teléfono, mi cargador y algunas cosas antes de bajar corriendo para encontrarme con él.

Y si, efectivamente me sorprende mucho verle listo para salir a quien sabe dónde.

Sonrío estirándome a besar sus labios.

—Buenos días, ¿Por qué te fuiste tan pronto? Son apenas las siete. Y si no hubiese visto tu nota, me habría vuelto a acostar después de ir al baño.

TÚ, YO Y LA HISTORIA QUE NUNCA SE CONTÓ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora