Valentina Brescia Wunder regresa al país que la vió nacer sin saber que la magia empezaría a partir de aquél momento. ¿Qué misterios le depara la vida?
[Simón Arrechavaleta x OC!]
Basado en la segunda temporada de Casi Ángeles.
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Luego de escuchar la discusión entre Mar y Thiago, decidí buscar a la castaña para poder aclarar lo que había sucedido en realidad, o por lo menos intentar hacerlo.
—¡Mar, espera!
La seguí hasta la sala del hogar. Ella no se detenía.
—¡Mar!
Finalmente, se giró —¿Qué querés, Valentina?
—No es lo que parece— fue lo primero que dije, ella se cruzó de brazos —Yo no... yo no- déjame explicar lo qué pasó.
—¿Vos no, qué? ¿Qué me querés explicar? ¿Que era parte de su jueguito? ¿Fue un plan de chetos?
Negué rápidamente —¡No! Nada que ver.
—¿Qué me vas a decir? Te hiciste la que no querías estar con ellos, pero no era verdad. Encima dejaste que Thiago jugara con nosotros.
Ella pensaba que yo estaba cubriendo a Thiago con la mentira, y en parte sí era así, pero no era por las razones que ella pensaba.
—Thiago intentó dejarlos, yo también, pero no-
—Al final sos igual que ellos— sus palabras dolieron bastante —Yo pensé que eras mi amiga, claramente nos equivocamos con vos.
Mis ojos se llenaron de lágrimas —Sí soy tu amiga.
—Vos no sos mi amiga, ¿y te puedo pedir algo?— se adelantó antes que pueda responderle —No quiero que me hablés más, ¿puede ser? Andate con ellos y dejanos tranquilos a nosotros.
Sin más, se fue.
Mi labio comenzó a temblar y sentí mi cara mojarse por las lágrimas que había estado reteniendo. Perdí una gran amistad por algo estúpido y no me dejaba arreglarlo. Me dolía mucho que pensara así de mí y estaba segura de que se lo diría a Jazmín y también al grupo.
Me limpié el rostro con una mano y decidí que iba a ser mejor irme a casa. Al girar, encontré a Simón, y sin necesidad de modular alguna palabra, me rodeó con sus brazos y me pegó a su pecho. Entonces, mis lágrimas cayeron más y más.
—Me odia— fue lo único que dije.
Su mano acarició delicadamente mi espalda y sentí que me reconfortaba sin necesidad de decirme algo al respecto. Cuando lo vi necesario, me alejé.
—Gracias— le dije, sin mirarlo —Y disculpa. No soy de llorar por nada, bueno, sí, pero ahora no-
Llevo su mano a mi mentón, y elevó mi rostro para que pueda mirarlo. Me sonrojé.
—¿Escuchaste toda la conversación con Mar?— me reí cuando recordé que no podía hablar —Ay, cierto que estás mudito— me sonrió —Bueno, ¿no piensas que soy mala, verdad? Porque no lo soy aunque ella piense que sí— negó —¿Y crees que debo de decirle la verdad a los chicos? ¿Que quiero salirme? Sé que ellos se enojarán, ¿tú te enojarías? Porque digo, es-
