Valentina Brescia Wunder regresa al país que la vió nacer sin saber que la magia empezaría a partir de aquél momento. ¿Qué misterios le depara la vida?
[Simón Arrechavaleta x OC!]
Basado en la segunda temporada de Casi Ángeles.
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El día después de mi cumpleaños, o sea, ayer, fue el día más bonito que tuve porque tuve una sorpresa y realmente no me lo esperaba. Mis abuelos vinieron, los cuatro, desde Perú para darme una sorpresa por mi cumpleaños. Me contaron que, originalmente, la idea era llegar el mismo día, pero no se pudo y aquí estaban ahora.
••••• FLASHBACK •••••
Mientras dormía, sentí que alguien me movía suave haciéndome fruncí el ceño. ¿Por qué no me dejaban dormir un poco más? Abrí los ojos poco a poco y mi ceño se frunció aún más cuando vi a mamá sonreír.
—Mamá— dije, con voz somnolienta—¿Qué pasa?
—Abajo hay un sorpresa esperándote— comentó, la miré confundida —Vamos, Valen, despiértate y ven.
Me tallé los ojos —De acuerdo, pero déjame lavar la cara y los dientes por lo menos.
—Está bien, te espero abajo.
Asentí y la observé salir de mi habitación y cerrar la puerta detrás de ella. ¿Cuál será aquella sorpresa, y por qué justo hoy? Solté un suspiro y me saqué mis frazadas de encima para ir a mi baño y lavarme mis dientes y cara. Me até el cabello en una cola porque estaba toda despeinada y finamente salí para ver su famosa sorpresa.
—¿Mamá?— llamé mientras bajaba las escaleras de mi casa —Mami, aquí estoy. ¿Dónde estás?
—Aquí— dijo una voz que no era la de mamá.
Pisé el último escalón de mi casa y caminé hacia mi sala, confundida.
—¡Sorpresa!
Cubrí mi boca por la impresión y no podía creerme lo que veía. ¡Mis abuelos estaban aquí! Corrí rápido hacia ellos y los abracé como pude mientras reían y escuchaba a alguien sollozar, era mamá. Me separé de ellos, aún sonriendo, y cubrí mi rostro muy feliz, sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas.
—¡No puedo creer que estén acá!— chillé.
—Teníamos que haber estado ayer, pero cancelaron el vuelo y nos consiguieron uno para llegar hoy.
Papá se acercó —Quería mandarles el avión privado de la empresa, pero no quisieron.
—Era mucho— respondió mi abuelo, su papá.
—Bueno, no importa, estoy muy feliz de verlos— les sonreí —¿Ya se instalaron?
