Valentina Brescia Wunder regresa al país que la vió nacer sin saber que la magia empezaría a partir de aquél momento. ¿Qué misterios le depara la vida?
[Simón Arrechavaleta x OC!]
Basado en la segunda temporada de Casi Ángeles.
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Todos empezamos a correr detrás de Nico para ver cómo se encontraba Cielo. Franka, quien resultaba ser la que iba manejando, logró escapar del auto, y luego desapareció sin dejar algún rastro. Claro que Rama y Tacho no se quedaron tranquilos y fueron, de inmediato, detrás de ella para tratar atraparla y atrapar a quién sea que esté ayudándola.
—¡Llamá a una ambulancia!— Nico gritó.
Jazmín sacó su celular mientras Nico se metía con cuidado por la ventana de auto para poder sacarla. Traté de abrir la puerta junto con Valeria para que pueda salir con Cielo. La sacó en brazos, las chicas lloraban mientras se abrazaban y yo lo ayudé para que la coloque sobre el piso con mucho cuidado. A Nico se le escapó un sollozo mientras la miraba, se veía bastante devastado y yo trataba de calmar mis nervios, porque uno de nosotros tenía que hacerlo.
Cuando la ambulancia llegó subieron a Cielo sobre una camilla y para llevarla a la clínica más cercana. Por supuesto que los seguimos. Nico no quería que lo separen de Cielo cuando llegamos a la clínica.
—Despacio, despacio, despacio— Nico pidió.
—Pará, pará, pará, Nico, dejala— Jazmín se metió, para que puedan meterla a Cielo a observaciones y no complique nada —Dejá, va a estar bien, Nico.
Jalé a Nico por el brazo —Nico, haznos caso, Cielo estará bien.
—¡Yo quiero pasar!
—No podés pasar, Nico, no podés.
Él suspiró, miró a las chicas y a mí y asintió. Sonó, de pronto, su celular. Lo sacó de su bolsillo y me lo pasó sin siquiera ver de quién se trataba. Contesté.
—Hola, Salvador, soy Valentina.
—¿Valentina?— preguntó con confusión en la voz. Lo escuché suspirar —¿Sabés dónde está Cielo?
—Sí, sí, estamos con ella— pausé, debatiendo si yo debería decirle lo qué pasó o no —Pasó algo... pasó algo horrible. Ven ya a la clínica Santa Unión.
Colgué. Tacho llamó a Jazmín y ella respondió.
—No sé— la escuché decir —No sabemos nada. No, todavía no. No... no aguanto más, Tacho. ¿Ustedes dónde están?— pausó —¿Qué van a hacer? ¿Dónde están, Tacho?— se escuchaba preocupada —¡No se metan con Franka, es una locura! No se-
Alejó su celular de la oreja, evidentemente el había colgado. ¿Dónde se habían metido los chicos? ¡Era peligroso seguir a Franka!
