Capítulo 51

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Pasó una semana y media antes de que Harry y Severus dejaran de sentirse agotados después de unas pocas horas. Habían entrado en junio y el tiempo seguía su ejemplo una horrible ola de calor azotaba Escocia y parecía haber decidido instalarse en los alrededores de Hogwarts por tiempo indefinido. Harry y Severus rara vez salían ahora de las mazmorras, ya que seguían estando felizmente frescas, aunque de vez en cuando podían sentir el calor intentando entrar en sus habitaciones.

Habían pasado dos semanas de junio y la ola de calor llevaba ya casi seis días. Harry y Severus estaban de nuevo sentados a la mesa de la cocina con el anillo de Gaunt frente a ellos, un recipiente lleno de un líquido verde brillante y un cuentagotas.

-¿De verdad crees que esto funcionará?- preguntó Harry, mirando fijamente entre el anillo y el veneno de Basilisco.

-Creo que sí y, a menos que tengas otra opción, esto es lo que debemos probar-, dijo Severus y Harry puso los ojos en blanco.

-Bien- Harry suspiró y acercó todos los objetos. Mientras Severus ponía un poco de veneno en el cuentagotas, Harry lanzó un hechizo sobre la mesa para evitar que nada del veneno llegara a la madera y la destruyera. -Muy bien. La mesa está protegida-.

Severus inclinó la cabeza y sostuvo el cuentagotas sobre el anillo. Exprimió tres gotas y las vieron caer sobre la piedra negra. Durante unos segundos no ocurrió nada, pero entonces empezó a salir humo verde de la piedra y el anillo tembló. Harry y Severus se apartaron de la mesa y observaron el espectáculo. El anillo siguió temblando y el humo creció y se desplazó hasta formar un ojo. Miró a Harry y Severus y se entrecerró. Harry y Severus saltaron rápidamente cuando el ojo se elevó hacia ellos, pero desapareció antes de alcanzarlos y un grito lo acompañó. Harry se encogió al oírlo. No parecía humano. Volvieron la vista hacia el anillo y vieron que estaba entero y había dejado de temblar.

-¿Crees que funcionó?- preguntó Harry, sin hacer ningún movimiento hacia el anillo.

-Ya no siento que salga nada de él-, dijo Severus.

-Yo tampoco-, dijo Harry y volvió a acercarse a la mesa y se quedó mirando el anillo, ladeando la cabeza. Respirando hondo, alargó la mano y cogió el anillo. -Creo que ha funcionado. No siento la magia negra de antes-.

-Entonces, podemos decir que ha funcionado-, dijo Severus, sentándose a la mesa como si no hubiera pasado nada.

Harry soltó una risita. -Sí, podemos-. Miró el anillo que tenía en la palma de la mano. -Tres hechos. Quedan cuatro-. Respiró profundamente.

El resto del mes de junio transcurrió sin que el calor apenas menguara. Hubo un ligero descenso, pero apenas se notó. Julio hizo su entrada y con él la anticipación del decimoséptimo cumpleaños de Harry. Aunque estaba en Hogwarts y ya era capaz de hacer magia, disfrutaría de la mayoría de edad y de poder usar su magia fuera del colegio.

Durante las últimas semanas, Harry había estado pasando el tiempo con Draco, Luna, Dean y Seamus siempre que no estaba en sus habitaciones con Severus intentando avanzar más en la guerra. Hasta ahora, sólo Draco sabía todo lo que Harry y Severus estaban haciendo, pero Harry no podía evitar preguntarse si Luna sabía más de lo que decía.

Faltaba una semana y media para el cumpleaños de Harry y se le podía encontrar descansando en el sofá con una novela muggle entre las manos. Claro que estaban en una guerra importante y él estaba básicamente en el centro de ella y tenían muchas cosas que resolver, pero se le permitía relajarse y fingir que todo estaba bien. Al pasar la página de Las crónicas de Narnia, apenas levantó la vista cuando oyó abrirse la puerta del laboratorio privado de Severus.

-Realmente estás leyendo algo que no sea el libro de Slytherin. Estoy impresionado-.

En eso Harry bajó el libro y fulminó con la mirada a Severus que sonreía satisfecho. -Cállate. Llevo siglos leyendo ese libro-.

SPUR OF THE MOMENTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora