Capítulo 37

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Harry, Severus y Draco permanecieron en silencio durante bastante tiempo después de la destrucción del medallón. La mayor parte del tiempo miraban fijamente sus restos, aunque a veces hacían contacto visual.

-Bueno, ya van dos Horrocruxes-, dijo Harry y empezó a recoger los trozos del medallón.

-Cinco más-, murmuró Draco y Harry asintió mientras colocaba los restos destrozados en el armario donde antes había estado el medallón.

-Cinco parece más fácil que siete, pero no lo es. En todo caso va a ser más difícil-. Harry suspiró, sentándose pesadamente en el sofá.

-¿Por qué más difícil?- preguntó Draco, él y Severus sentados también en el sofá.

-Bueno, ahora tenemos que descubrir qué son un par de los otros y luego encontrarlos de verdad. Luego está Nagini y Voldemort no la pierde de vista desde el año pasado-, dijo Harry.

-Voldemort también está seguro de enterarse de que Harry va tras los Horrocruxes-, añadió Severus y Harry asintió con la cabeza.

-Ahora también tenemos que averiguar cómo destruir el Horrocrux del anillo sin hacer eso-, Harry señaló el armario donde había puesto lo que quedaba del medallón, -a la Piedra-.

-Esto no va a acabar nunca-, dijo Draco con dulzura.

-A veces, la mayor parte del tiempo, estoy completamente de acuerdo. Cada vez que averiguo una cosa, tengo una docena más esperando en la cola-, dijo Harry.

-No debes rendirte. Estás rodeado de gente dispuesta a ayudarte- dijo Severus, y Harry lo miró a los ojos, sonriendo. Severus se encontró embelesado por los brillantes orbes verdes.

--Lo sé y estoy más que agradecido, pero a veces todo parece demasiado-, dijo Harry y Severus asintió.

-Lo sé. Pero deja que la gente te ayude. Eso mejorará las cosas, aunque sólo sea un poco-, le dijo Severus.

-Sigue siendo una de esas personas-, dijo Harry y Severus le dedicó una sonrisa de verdad. Era pequeña, pero estaba ahí.

-Siempre-, dijo Severus y Harry le sonrió alegremente, olvidándose ambos de su público, que los observaba con mirada cómplice.

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Las cosas, en cierto sentido, se ralentizaron después de aquel día en que el medallón de Slytherin fue destruido. De nuevo, era sólo en cierto sentido, ya que la vida normal del colegio estaba más ajetreada que nunca. Se podía encontrar a los alumnos de quinto y séptimo año estudiando y trabajando como locos para preparar sus primeros OWL y NEWT. Los demás también se preparaban para sus exámenes, pero no con tanto ahínco.

Harry se preguntaba dónde se alojaría una vez que Hogwarts cerrara. Supuso que sería en casa de los Dursley y eso era lo que Dumbledore quería hacer, pero Severus se empeñó en que Harry no volviera a Privet Drive.

-¡Gryffindor!-.

Harry levantó la vista de su ensayo de Historia de la Magia sobre los juicios de brujas en el Reino Unido cuando oyó la voz de Draco procedente del salón. Dejando caer la pluma y cerrando la tinta, Harry rodó de la cama y salió de su dormitorio. Era sábado por la tarde y Severus se había encerrado en su laboratorio para ponerse al día con la reposición de la enfermería.

-¿Qué quieres, Slytherin?- Dijo Harry cruzándose de brazos y mirando fijamente a Draco que se giró.

-¿Qué? ¿No se me permite venir de visita?-. Dijo Draco con una sonrisa. -De todas formas, ¿dónde está Severus?-.

-¿Dónde crees que está?- Dijo Harry señalando, levantando una ceja. Draco rió entre dientes. -¿Quieres algo de comer?-.

-No, acabo de llegar de las cocinas-. Draco sacudió la cabeza y se desplomó en el sofá. -Entonces, ¿qué está pasando?-.

SPUR OF THE MOMENTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora