Miro como amanece a través de los cristales de mi habitación, el sol se alza lentamente a lo lejos y hace que yo cierre los ojos al fin después de toda la noche.
Han pasado varias horas desde que llegué a esta mansión, pero no he podido dormir nada, como de constumbre.
Nunca he sido muy fan de dormir cuando las pesadillas acechan la esquina siempre, no hay manera de descansar cuando tú mente te lleva una y otra vez al mismo hoyo donde yacen los recuerdos que tanto me esmero por ocultar.
Por eso solo duermo cuando estoy agotada o simplemente un par de horas para que mi cuerpo descanse pero mi mente se mantenga activa sin pasar al mundo de los sueños.
Llevo así durante mucho tiempo, por eso mi cuerpo está acostumbrado a esta rutina, ya hay pocos efectos del cansancio en mi.
Miro otra vez por la ventana sin levantarme del sillón de terciopelo negro que me ha servido de descanso esta noche.
Mis ojos miran la estancia en la que estoy, solamente hay un sofá enfrente de la única pared de mi habitación que está llena de cristales que dan hacia el exterior.
Hay dos pequeñas lámparas de pie a casa lado de el sofá, solamente hay un banco del mismo terciopelo del sillón a los pies, donde los tengo estirados mientras que mi cabeza se recuesta hacia atrás.
Suspiro sabiendo que debo empezar a moverme, necesito que esto se acabe cuanto antes, por el bien de todos, incluida yo misma.
En tan solo un conjunto de ropa interior negro, voy hacia el vestidor inmenso que se encuentra al otro lado de mi habitación.
Mis pasos son lentos mientras que estiró mi cuerpo adaptándolo otra vez a los movimientos después de haber estado tanta horas quieta en la misma posición.
Mis ojos van de un lado a otro del vestidor, todo sumamente ordenado, mil conjuntos de ropa se expanden por los armarios que rodean las paredes, todos de un cristal especialmente echo para mi, es completamente rojo pero aun así deja ver las prendas del interior, cada una más bonita que la anterior, pero yo me dirijo a una cajonero en la parte inferior y saco lo mismo de siempre, un chándal básico de los cientos que hay ordenados en los cajones.
La comodidad para mi es lo mejor, prefiero no estar bonita a estar incómoda.
Además según me han dicho mi belleza se encuentra en el interior, no en un vestidazo o en unos tacones que me harán ver bonita pero a la vez me harán sentir que no soy yo.
Volviendo al momento en el que estoy, me visto tranquilamente con un chándal negro con rayas azules, una talla más grande de la que utilizo actualmente, en la ultima epoca mi cuerpo a cambiado bastante, pero por lo menos la ropa todavía me queda bien.
Vario muy poco a la hora de vestir, pero tampoco necesito llevar color extravagantes,para llamar la atención, eso lo logro siempre, aunque no quiera hacerlo.
Dejo mi pelo suelto mientras que camino hacia un lateral, donde se encuentra una pared totalmente limpia donde ocupa la mayor parte un espejo, al mirarme en el espejo miro mi pelo maltratado, ya no tiene el mismo brillo, eso me apena y me produce una gran tristeza, pero no hay remedio para algunas cosas.
Son los efectos que debe pasar mi cuerpo para sobrevivir a ciertos agentes infecciosos que hay en el.
Alejando eso de mi mente, suspirando una vez mas al recordar esa parte de mi vida, salgo del vestidor con calma y sin pensar en cosas que ahora no me harán bien.
Soy un vistazo rápido otra vez en la habitación, está igual que la contemple hace unas horas, no hay nada que indique que yo he vuelto, y eso me hace tener una punzada de dolor en mi interior, al darme otra vez cuenta que soy estoy de paso.
ESTÁS LEYENDO
El sacrificio de la reina (+21)
Teen FictionUna chica que luchó tanto para desvincularse de la mafia, que solo ansiaba la paz de las pequeñas cosas de la vida.. Quién le diría a ella que se sacrificaría por las personas que más amaba, que dejaría absolutamente todo para adentrarse en las fila...