Capitulo 43

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Camino por los pasillos un poco desorientada pero aún así sigo en línea recta, sabiendo que daré con la salida en algún momento.

Todavía le sigo dando vueltas a las palabras del maldito guardaespaldas, sabía que me iba a traer problemas, tan callado y tan amable conmigo, ocultando su verdadera cara.

Niego con la cabeza sutilmente mientras que sigo caminando apoyada levemente en la pared, intentando comprender como el sabe esa información, sigo pensando que ha sido totalmente imposible que se haya enterado en alguna de las conversaciones que tuve, fui demasiado cuidadosa.

Así que solo queda una opción, hay un traidor muy cerca mía,y en el fondo de mi no quiero ni imaginar quien es, porque eso sería otro duro golpe sobre mi.

Sigo andando hasta que doy con la sala central, me oculto en una de las esquinas y veo como  los pocos hombres que han quedado siguen trabajando, sin imaginar lo que ha pasado hace tan solo un rato.

Miro por todas las esquinas más cercanas, intentando dar con el, necesito preguntarle directamente que espera de mi, no me voy a andar por las ramas, siempre he sido directa y lo seguiré siendo, debo arreglar este asunto cuando antes por eso es mejor ir de frente, lo que tenga que pasar, pasará.

Mis ojos no captan los suyos, así que camino lentamente hasta el sillón, intento caminar lenta pero segura, ya que todos giran su mirada hacía mi, pero enseguida siguen con sus trabajos, aunque están pendientes de cada uno de mis movimientos.

Hay respeto en el aire, es algo que agradezco en el fondo en estos momentos, si hubiera salido de la sala de reuniones como me encontraba, seguramente hubieran cambiado la visión de mi, algo que me perjudicaría mis planes.

Camino con seguridad y denotando poder, como desde niña me enseñaron, ser alguien que solo con la mirada pusiera a los pies a todos, algo que estoy haciendo en este instante, observando como todos notan lo que trasmito.

La verdad no ponía demasiada atención en esas lecciones, a mí me gustaba más el campo de batalla, y sobretodo las armas, nunca me gustó que me enseñaran a como actuar para demostrar quién era la reina.

Pero aún así algunas cosas se me quedaron en la memoria, que ahora estoy sacando para mi beneficio.

Me siento en el sillón una vez he llegado, intentando no apoyar mi espalda aunque es complicado, mi cuerpo vuelve a estar totalmente arruinado, pero aún así respiro un par de veces intentando olvidarme del dolor que cruza por cada centímetro de mi.

Me concentro en ver mis pantalones azules totalmente rasgados, su color es demasiado claro para mí gusto, pero no me disgusta tampoco.

Igual que la camiseta de tirantes de seda blanca, con el escote de encaje, se amolda a mí pero sin rozarme la piel, además de que aunque la roze por accidente no me provoca un dolor extremo.

Ha pensando en todo, eso me asusta cada vez más, porque parece igual de maniático que la persona que me ha provocado este daño, sus actitudes a veces son tan parecidas a las de él, pero después es completamente diferente.

Subo mi mirada hacia una de las cámaras, comprobando que en vez del punto verde casi inapreciable están en rojo, como en el momento que el me llevaba en brazos hacia su habitación.

Así que eso me indica que todavía sigue sin emitir la imagen real, lo cual mis pasos hacia aquí no se han visto, y el pensará que habré estado en el ático cambiándome antes de llegar hasta aquí.

Asiento lentamente viendo que por esa parte esto cubierta, intento no pensar más en eso ya que mi cabeza por hoy ya ha sobrepasado el límite.

Y todavía me queda esperar hasta la noche, que no se qué esperar de ella.

El sacrificio de la reina (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora