El agua cae por mi cuerpo lentamente, con una presion mínima en mi piel haciendo que mis músculos se destensen, se lleva todo el cansancio acumulado, haciendo que mi piel se erice por la frialdad del agua por unos instantes antes de volver a sentir alivio.
Me paso las manos por el pelo aclarándolo totalmente mientras visualizo la ciudad a través de los cristales de la ducha, totalmente opacos pero que me dejan ver toda la extensión de las calles.
El sol se alza majestuoso mientras que yo elimino totalmente la espuma de mi cuerpo, dándome unos minutos más para admirar el exterior antes de salir de la ducha totalmente desnuda.
Camino hasta el espejo que tan solo está a unos pasos, donde me hace ver la presencia de mi piel, varias tonalidades se observan por todo mi cuerpo, sobre todo por mi pecho y abdomen.
Las heridas provocadas por el metal del látigo están cicatrizando correctamente, pero los hematomas todavía les queda un largo camino para desparecer.
No es la primera vez que el aspecto de mi cuerpo se ve así, ni creo que sea la última, pero aún así todavía mi mente no asimila verme así, tan destruida tanto por fuera como por dentro, aún no logro procesar todas las emociones que traspasan mi mente tan solo por verme en este estado.
Tantos años con la piel blanca,limpia de heridas, para ahora verme así, es un cambio demasiado brusco y letal para mí estabilidad mental.
Salgo de mis pensamientos dejando de mirar al espejo, secandome con cuidado sin quitar la costra húmeda de mi piel, tengo una suma delicadeza para no maltratarme más, al menos yo necesito tratarla con cariño cómo se merece.
Debo empezar a cuidarme a mí misma, algo que siempre me ha costado, pero que ahora es necesario, ya que solo yo puedo mirar por mi bienestar.
Me miro al espejo una vez mas mientras que me doy la vuelta dejando mi mirada sobre el, mi ojos observan mi espalda, no reacciono en ningún momento al ver los suecos que van de un lado a otro todavía frescos, solamente respiro a hondo y algo el mismo procedimiento que con mi pecho, secandola con cuidado y sin ninguna prisa.
Debo guardar esa rabia que surge en mi para cuando sea el momento indicado, le haré pagar todo esto, incluso lo haré sufrir aún más de lo que yo he sufrido en todo momento.
Cuando ya estoy seca, lo cual he tardado más de lo esperado, me pongo la ropa más cómoda que he encontrado en el vestidor, unos pantalones de talle alta de color azul marino, con una camiseta blanca, bastante holgada, un par de tallas mas grande con el emblema de mi grupo de rock favorito.
Hasta la ropa la ha elegido minuciosamente, su obsesión es demasiado grande hacia mi, cualquier detalle relacionado conmigo parece que se lo guarda siempre, para hacer estos actos, que me pone los pelos de punta, al darme cuenta que el siempre ha estado detrás mía, mucho más tiempo de lo que yo pensaba.
Niego con la cabeza intentando desviar el curso de mis pensamientos mientras que pasó lentamente la camiseta por mi cuello y la dejo caer sin tocar mi espalda, respirando por unos segundos ante el pinchazo de dolor que me ha producido tan solo ponerme la camiseta.
Aún duele por eso intento no hacer movimientos bruscos, aunque los analgésicos hagan su trabajo, necesito tiempo para que el dolor se vaya totalmente.
Cuando ya estoy vestida me peino el pelo mojado, mirando como se empieza a quedar en el cepillo, miro con tristeza mi pelo al igual que contengo las lágrimas que desean derramarse por el cúmulo de cosas que hay dentro de mi.
Miro fijamente por unos minutos el cepillo totalmente inundado de mi pelo castaño, el cual ahora solo es un espejismo de lo que era, ya no es fuerte ni sedoso, ahora solamente es débil y quebrantoso.
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El sacrificio de la reina (+21)
Teen FictionUna chica que luchó tanto para desvincularse de la mafia, que solo ansiaba la paz de las pequeñas cosas de la vida.. Quién le diría a ella que se sacrificaría por las personas que más amaba, que dejaría absolutamente todo para adentrarse en las fila...