Epigolo

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Mis manos tocan lentamente el pelaje del felino que está encima mía mientras que escucho como ronronea llenando el silencio.

Mis ojos se abren lentamente viendo como a través de los cristales empieza a amanecer haciéndome saber que debo moverme pero aún así sigo sobre la amahaca en la que he pasado más de la mitad de la noche.

Estiro mi cuello y lo acomodo de lado mientras que observo los colores que inundan todo el cielo con mis manos siguiendo acariciando levemente el pelaje negro de mi compañero.

—Debemos levantarnos—susurro al aire mientras que de nuevo cierro los ojos aunque mis palabras sean totalmente contrarias—hay que empezar un nuevo dia—hablo lentamente pero aún así no me muevo de la posición en la que estoy.

Suspiro sabiendo que si sigo así al final me quedaré dormida, lo que no he echo en toda la noche y que ahora parece estar llegando a mí.

Mi mano para de acariciarlo haciendo que el gruña ante tal acto, lo cual me hace sonreír mientras que abro de nuevo los ojos y veo esos ojos miel que me miran tan atentamente.

—Te prometo que hoy será un buen día, esta noche lograremos dormir algo mas—hablo para ambos pero más para mi misma, intentando que ese pensamiento se instale en mi mente.

Me estiro levemente haciendo que el se levante y de un salto vaya hasta el borde de la ventana, se quede sentado observando como me siento sobre la hamaca y estiro todos mis músculos.

Mis ojos viajan hacia el mueble que se encuentra a un lateral mía, suspiro como cada mañana mientras que alargo mi mano y cogo uno de los botes de pastillas que hay sobre el.

Hago lo mismo de todas las mañanas, me tomo cada una de las pastillas que hacen que mi recuperación sea más efectiva, que no tenga recaídas, como la última que arrasó conmigo.

Cuando me tomo todas me recuesto una vez sobre la amahaca mientras que me pasó la mano por la cara.

Hoy no ha sido una noche buena, los recuerdos han danzado por mi mente, no me han dejado dormir, pero aún así he mantenido la calma, además de que la medicación que me tomo a diario a controlado la ansiedad, no solamente yo he colaborado.

Mi vista va hacia el otro lado de la habitación donde se encuentra un pequeño escritorio, en el cual todavía está el portátil abierto.

Ayer fue uno de esos días en los que ella contacto conmigo, durante cuatro horas estuve pegada a ese portátil donde ella hizo su magia para ayudarme.

Sonrió levemente mientras que comienzo a levantarme y caminar por la pequeña habitación hasta llegar al sitio donde pasó la mayoría del tiempo, cierro el portátil y ordenó un poco los cuadernos que hay sobre el escritorio, empezando a activarme aunque solo sean las seis de la mañana.

Mis manos colocan cada cosa en su sitio hasta que llegan hacia el pequeño cuaderno que ella me entrego una vez y que ahora está repleto de letras.

Lo abro cuidadosamente y las páginas pasan hasta llegar a una que me hace pararme levemente.

"Renacer"

Mis dedos tocan esa palabra que lleva hay escrita muy poco tiempo, ya que antes he tenido que pasar por otros estados, antes de juntar los pedazos de mi ser y reconstruirlos para pensar en esto.

Por mi mente pasan todas las horas de terapia que me he pasado en este lugar, al igual que los días oscuros y de silencio que me han invadido, todo ha tenido que ocurrir antes de volver a pensar en la palabra que contemplo.

Dejo el cuaderno a un lado y mi mirada vuela hacia toda la habitación en un intento de mantenerme totalmente activa.

Mis ojos ven la pequeña cama de sábanas de algodón totalmente negras que esta pegada a la pared, está revuelta de todas la vueltas que he dado la anoche anterior antes de levantarme y pasarme como siempre la mayoría del tiempo en la hamaca.

El sacrificio de la reina (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora